El tema central de la película es exaltar un estado totalitario puesto en manos de los que han tenido acceso a la ciencia, la tecnología y la burocracia, desplazando a los marginados a un orden desechable y entorpecedor.

No he leído la novela gráfica, pero espero que esta película sea una adaptación hecha para ser comercial y que en la obra de Lob & Rochette los temas principales se aborden con mayor profundidad e ingenio.

No es una mala película pero es una película realizada para impactar comercialmente y muy poco es lo que hace para abrir debate serio sobre algunos temas que menciona.

Yo no la vi en su tiempo sino hasta 2021 (26 años después), recomendada en una crítica a la película Celle que vous croyez (2019) del director francés Safy Nebbou. En esta crítica se hacía referencia al contenido de Strange days con respecto al uso de las tecnologías como método evasivo frente a la actualidad en que se vive y las consecuencias sociales y psicológicas en que se puede degenerar mediante el abuso de tales.

Desde el principio quedé enganchado al film por el impactante uso que hace de la cámara en perspectiva de primera persona, tal como en los videojuegos, y el desarrollo turbulento pero exquisito del guión (James Cameron) y la narrativa visual (Bigelow) en estos peculiares planos secuencias.

Me gusta el argumento policíaco y el suspense que se genera conforme el héroe avanza en la trama a través de su interacción con los personajes implicados y su propio interés e importancia en la historia, pero el desenlace me parece precipitado y algo superficial (hasta podría decir que mal hecho, ya que rompe con todo el ritmo detectivesco para estallar en una chorrada cursi de heroísmo poco creíble y predecible). Será que la economía (principalmente del tiempo) para una película proyectada para ser boom comercial lo exigía.

Aunque no todo el desenlace (del argumento) está arruinado insisto que, quizás, por el coste de producción y el tiempo de duración de la película, se tuvo de resolver de este modo.

Finalmente creo que estas pequeñas asperezas o malos tragos no privan de un gran disfrute durante todo el resto de la peli. A mí me gustó.

Me ha gustado la tensión dramática que se sostiene bajo un sencillo argumento, el estigma que sufre un grupo de personajes en condiciones de pobreza puestos ante los prejuicios y miedos de un trabajador de clase media.
Me recuerda a la película de Spielberg, "Duel" (1971), pues ambas traman una persecución, aunque en "La llovizna" se cuenta de un modo más personal y abiertamente psicológico (delirio de paranoia) cuando en "Duel" se presta a la interpretación de un fenómeno paranormal.

A pesar de que está bien producida la cinta, alcanzo a percibir deficiencias en el diseño de arte y la fotografía, los escenarios se miran con muy poca profundidad y el efecto de realismo se vuelve muy pobre, esto resta mucho a la experiencia de inmersión.

Le he dado 9 por que es una película casi perfecta, no necesita demasiados elementos para enganchar en menos de 30 minutos, a pesar de que parece una historia tantas veces contada: la de un obeso desinteresado (desde la olvidada madre de "Gilbert Grape", 1993) hasta la simpática protagonista de "Amor ciego", 2001) que comienza su redención gracias a la motivación venida de un ser amado -en este caso su hija, una adolescente enloquecida por el mundo cruel-. La trama florece poco a poco gracias a pequeños detalles que la hacen única.

Es un pequeño relato que no tiene la intención de desbordarse en tramas secundarias, aunque las tiene pero solo sirven para alimentar el clímax. Un crescendo tan discreto y bien realizado que uno apenas se entera del final.
Aún así, dentro de su perfección a mí me ha dejado con la sensación de no haberme enterado más sobre el papel de ciertos personajes.

Alguna vez escuché decir a Carlos Reygadas (Batalla en el cielo, 2005) que gran parte del cine mexicano que él había visto hasta antes de convertirse en cineasta no era otra cosa que teatro filmado y que lo que él intentaba hacer con sus obras era algo más que sólo eso y aprovechar al máximo los recursos audiovisuales y tecnológicos que el cine brinda al creador para realizar la identidad de cada obra.

Particularmente, siempre me ha gustado el cine que se puede apreciar como teatro filmado por su estética casi didáctica y la expresión lúdica que, en conjunto, generan una atmósfera de intimidad que parece haber sido extirpada directamente de la mente del creador para impregnarla en el ánimo del espectador a semejanza de algo tangible como un dolor de muela, un escupitajo o un salpicón de sangre.

Volviendo a las palabras de Reygadas, el cine ofrece herramientas para perfeccionar la experiencia sí de creación, pero sobre todo de espectador, de engancharse a una realización casi perfecta de la intención del artista y donde su obra deja de ser un producto artesanal para convertirse en una verdadera ilusión de los sentidos.

Ladyworld es una obra de teatro no filmada, sino escrita para ser realizada en cine. todos los elementos narrativos y estéticos se fusionan en una pequeña historia de ingenua "supervivencia" tan visceral que ha de ser expresada con detalle, tacto y mesura gracias a diversas técnicas de sonido y música, actuaciones y danza, huecos o absurdos de lógica en la historia al mismo tiempo que discursos y diálogos directos y completamente elusivos a concretos pensamientos colectivos morales o éticos.