Vaya, otra peli de boxeo, seguro que es como todas las demás. Pues sí y no. En este acercamiento de Antoine Fuqua (The Equalizer) al cuadrilátero lo hace a su manera, como solo él sabe: Descarnado, crudo y violento, donde importan más las secuelas psicológicas que las físicas o el propio combate. Y para ello necesita de un reparto crudo, descarnado, y violento, necesario para esta empresa, y así nos encontramos a Jake Gyllenhaal (Nightcrawler) interpretando a Billy Hope, un campeón de boxeo con mas ímpetu que cabeza; Forest Whitaker (El Último Rey de Escocia) a un ex-entrenador de boxeo amargado y con un código de conducta que evidentemente será importante; Rachel McAdams (Dr.Extraño) a la esposa de Hope que sostiene a la familia con su saber estar y sensatez; y por último a Oona Laurence (Peter y el Dragón) en el rol de la hija que adora a su padre, haciendo mención a 50 Cent dando vida al agente con mas avaricia que lealtad. Toda una ristra de tópicos, pero lo que en otras películas eso sería un lastre insalvable, en ésta no sólo no la dinamita sino que pasa de ello para centrarse en las actuaciones del reparto, que es no solo lo que salva la película, si no que hace que de verdad te importen sus decisiones, traspiés y éxitos.
No nos vamos a engañar, al comienzo de la película ya sabemos como va a terminar, pero poco importa el final cuando lo importante es el camino, y si en ese camino nos acompañan unas verdaderas bestias como Gyllenhaal, Whitaker y McAdams mejor que mejor.