Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho ahora? es una película más sarcástica que su predecesora, los chistes o bromas que se cuenta, a veces son un poco ¡Boom! yo me quedé con cara de ¿qué? ¿en serio? es verdad que se ríen de si mismos constantemente, pero pensaba que sería otra cosa.
Es verdad que el ritmo es ágil, siempre están pasando cosas, pero es como si viese una réplica de la anterior con un poco de menos gracia.

Del elenco tengo que confesar que todos son geniales, pero tanto Christian como Chantal son el alma de las dos películas.
Es verdad que en la anterior producción y en esta los padres llevan el peso de la historia y en esta ocasión dan el testigo a las hijas y sus maridos, que no tienen el carisma para llevar la trama o podrían hacer algo genial y se queda en nada.

Con la anterior me lo pasé bomba, de hecho, cuando la ponen en televisión o la pongo en casa para ver con la familia, me sigo riendo como si fuese la primera vez que la veo, pero en esta ocasión, me costó un poco más meterme en contexto.
Al final se me hizo muy amena y con algunas locuras familiares me lo pasé pipa, pero creo que iba con las expectativas demasiado altas y me quede un poco ¡xoff!

Es una película entretenida y en un abrir y cerrar de ojos se termina, porque como os he dicho antes, es muy ágil, como una montaña rusa y siempre pasan cosas.
Otro punto que me ha gustado de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho ahora? es como Claude y Marie Verneuil , hacen locuras inesperadas, no pensé que fuesen a hacer todo lo que se les pasa por la mente.

Es entretenida, no te ríes tanto como con la anterior, pero como les tengo cariño a esta loca familia.
El planteamiento esta bien y hasta cierto punto es coherente, pero hay algo que no desconozco que ha sido, que no ha hecho que conmigo funcione como la anterior, pero aún así, la recomiendo si queréis pasar un buen rato y desconectar.