Será por haberme identificado sobradamente en esta pequeña historia, pero la realidad es que el guión sin ser nada excepcional ni innovador muestra con sencillez un encuentro entre dos jóvenes con los típicos problemas que cualquiera en esa edad se puede enfrentar centrado sobre todo en las dos grandes incertidumbres actuales de la sociedad en este momento, el que terminare haciendo laboralmente y con que persona estaré y definitivamente echaré raíces de amor. La película mezcla mezcla unos diálogos inteligentes, intelectuales que se muestran divertidos para el espectador/a con inquietudes culturales con una banda sonora compuesta por el cantaautor canadiense A.C. Newman autenticamente deliciosa que sin duda no deja indiferente a no ser que no tengas corazón, lo que hay que sumar a una fotografía maravillosa de la ciudad de Toronto y alrededores y unos pequeños flashes de Dublin que hace que se convierta en un film que realmente merece la pena ver, escuchar y saborear y que sinceramente se echará de menos al salir de las salas de cine.