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Críticas de Jorge Luis
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Críticas 8
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
5 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy particular. La única película que puedo pensar que se le asemeje es “El muelle”. Pero esta película tiene mucho más de story board. Aquí los planos son los que uno esperaría si la película fuera convencional. Pero todos son cuadros. De alguna manera sirve para darse cuenta de que muchas veces el cine no tiene una idea de cuadro muy distinta a la de la pintura.

Se permite hacer paneos, primeros planos. En los momentos más dinámicos es casi animación. Un mismo personaje aparece en posturas distintas reaccionando a lo que se narra. Por ejemplo, Caifás cambia su expresión cuando Jesucristo confiesa su naturaleza divina.

La narración es bastante rutinaria aunque realizada con destreza. Mantiene un buen ritmo. De toda la prédica de Jesucristo elige contarnos la parábola del hijo pródigo, probablemente la que sea más narrativa.

El momento de estática más llamativa es en el que la turba manda a Jesús a la cruz. Ahí la película se centra en las pinturas negras de Goya para hacer más grotesca la muchedumbre judía. Muchas de estas obras no son religiosas, lo cual pone de relieve la magia del montaje. Aquí la música también juega un papel muy importante.

Antes de que comience la película un rótulo nos avisa que la mayoría de las pinturas que vamos a ver están realizadas por pintores españoles. Excusa los autores extranjeros diciendo que sus cuadros son patrimonio de España. Más le valiera a la reputación de la pintura española no haberse visto involucrada con algunas de las terribles pinturas que se muestran, sobre todo en lo que a Jesús de niño se refiere.

El ritmo se usa con sorprendente habilidad. No es que sea muy novedoso en términos cinematográficos; lo sorprendente es que con imagen fija se consiga ese dinamismo. La película se pausa cuando Jesús muere en la cruz. Aquí es evidente qué permite a la película detenerse: la voz narradora se calla. La música se detiene. Por lo general en las historias de Cristo el epílogo de la resurrección es lo que más pesado se me hace. Pero en este caso todavía se habla de lo que hicieron los apóstoles y consigue mantener mi interés.
Jorge Luis
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4
10 de junio de 2022
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Como mucho es divertida la premisa. En los primeros minutos hay momentos hasta divertidos. Pero no tanto por virtud del guión sino por incredulidad nuestra al ver el descaro con el que se plantea. Una línea que tiene bastante gracia es la serie de diarios de bitácora. Según avanza la película va perdiendo gracia, pero sigue siendo ocurrente.

En última instancia lo que propone estéticamente es muy parecido a los videoclips con yates llenos de mujeres en bikini. En esta película no son bikini lo que llevan, pero igualmente son trajes muy cortos. Así vemos una escena en la que vamos viendo cama por cama cómo se despierta toda la tripulación. Todas duermen desnudas; se despiertan con cuidado de taparse los pechos con la sábana y la cámara se dedica a recorrer sus piernas. De hecho cuando el capitán del barco intenta reprimir el motín grita:
—Yo os doy de comer y os visto
—¿Que las viste? Contesta el hombre seductor a bordo.

Aunque la película tenga un tufo bastante casposo, supongo que en su día era reivindicativa en cierto sentido. Está el problema de que la única forma que tienen las chicas de saciarse es con un hombre. El hecho de que estén todas ansiosas no es motivo suficiente para caer en el lesbianismo. Pero admito que habría sido sorprendente que la película hubiera derivado por estos derroteros. Como digo, supongo que resultaba liberadora en el sentido de que era un alegato para la libertad sexual de la mujer. Pero se plantea como si las mujeres fueran seres caprichosos, indomables…

El barco es casi un harem, pero no uno del que disfrute el capitán. Por lo que a nosotros respecta él es un puritano. Nunca podemos llegar a pensar que tenga ningún contacto carnal con ellas. Y, a pesar de que el uniforme del que las provee sea tan exhibicionista, tampoco parece que él las quiera ver. Lo único que sí queda claro es que a él le gusta mandar. Es decir las exige sumisión. Cuando tiene a todas las chicas en formación ante él la escena acaba con un saludo fascista. Esta imagen ha helado al público de la sala de cine.

Las actuaciones musicales tienen aires estadounidenses: swing, jazz y soul. Así la sobrina del capitán canta una canción acerca de que es una colegiala inocente. Lo cierto es que esta escena es de vergüenza ajena absoluta. Primero por el erotismo infantilizante, para el cual la actriz ya está demasiado crecida. Pero en segundo lugar el pastiche que es la imitación del estilo americano. Esto lo veremos después con los bailes de claqué. El asunto es que el baile que vemos aquí es bueno, pero no es lo acrobático que sí viene del cine estadounidense de la época. A la fuerza uno compara y esta película pierde estrepitosamente.

¡Las actuaciones! En general son lamentables. Pero en particular la sobrina del capitán es artificial y carece totalmente de dinamismo. Este fallo precisamente nos deja alguna escena curiosa de ver. Tenemos así un montaje en el que las chicas de la tripulación la interrogan acerca de qué hace en ese barco. Se intercalan planos de ellas hablando a cámara con la sobrina sorprendiéndose. Pero en el plano de ella hay algunos fotogramas antes de que reaccione, el efecto es de enorme extrañamiento.
Jorge Luis
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¡Dolores, guapa!
Documental
España2021
6.6
460
Documental
7
1 de junio de 2022
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general creo que está lastrado por un cierto localismo. Las ideas que plantea siempre quedan supeditadas a la reivindicación de la Semana Santa como algo de la identidad sevillana. La propuesta realmente agresiva de que la imaginería de Semana Santa es muy gay se hace de puntillas para que el colectivo no se apropie de lo que el documental considera que es del pueblo sevillano.

Y la lástima es que esta es la idea realmente original del documental. Parece que antes de plantearla tiene que hacer una apología del ritual de las procesiones en particular y de la religión católica en general. Así dedica un trozo largo a explicar por qué gente no ya del colectivo gay, sino progresista en general, puede participar de la vida religiosa y de la Semana Santa. Una reivindicación parecida y menos panfletaria la hizo Saura con el flamenco. Aunque en absoluto desarrollada, me gusta la idea del anticapitalismo que supone la institución eclesial.
Creo que la película flojea mucho al poner a gente a decir su experiencia personalísima de la religión. El problema de la relación entre la Iglesia, la homosexualidad y la imaginería es demasiado profundo, antiguo y complejo como para que se pueda decir algo interesante a partir de unas opiniones.

Sí me gusta cómo se describe la fascinación por las vírgenes. Esa descripción de sensación mística sólo durante el momento en el que pasa la imagen. Cómo le abruma la belleza cuando ve la imagen brillar al fondo de la calle… Estos relatos sí me interesan. También me gusta cómo se describe con fascinación el juego infantil que eran las procesiones representadas en el suelo de casa con una caja de fresas. Esta serie de testimonios creo que son interesantes en sí mismos, pero sólo en sí mismos. Porque al juntarlos todos se produce esa apología de la Semana Santa de la que hablaba antes.

Lo que es casi de vergüenza ajena es lo forzado que suena en algunos testimonios al mencionar el colectivo. Cada vez que lo oigo recuerdo la escasísima presencia femenina. Y es que aquí lo que se reivindica es una homosexualidad masculina muy concreta. Que es la que encarna el entrañable anciano de cuya muerte nos enteramos al inicio de los títulos de crédito finales. Una homosexualidad que no consiste tanto en la atracción sexual, sino en una feminidad propia de, como se solían llamar, maricones.

Me parece de agradecer que la reivindicación se haga bien lejos desde el individualismo atroz identitario al que nos tiene acostumbrados el colectivo. Ello hay que agradecérselo al carácter social de la religión católica. Dado que se trata de reivindicarse en una sociedad católica, debe hacerse apelando a una comunidad. Así apenas se habla de los descubrimientos y torturas personales que tanto gustan en los relatos melodramáticos en las salidas de armario y se centra mucho más en cómo se reacciona a esta conducta fuera de lo común en según cada círculo, en qué circunstancias y en qué niveles de oficialidad.

La banda sonora de BronQuio de los créditos es una maravilla.
Jorge Luis
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4
17 de junio de 2021
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que a esta película le sienta muy mal España. Es anterior a “Amanece, que no es poco”, pero es una película tan potente que no es posible volver a ver a una persona crecer del suelo sin tomárnoslo a cachondeo. Del suelo nacen un niño y sus dos padres, los cuales le tratan como su fueran perros. Por eso el niño se encarga de cultivar a una abuela que le sirva de refugio en ese hogar. La abuela nace de una especie de capullo gigante que tiene plantado en una montaña de tierra encima de una cama. La idea de una montaña de arena nos remite a la rama de “Cabeza borradora” y de “Twin Peaks”.

En general la película me parece muy poco interesante y larga. Creo que lo más salvable es el aspecto. Los escenarios negrísimos y las paredes que se definen sólo con unas pocas líneas blancas. Los cambios de blanco y negro y el regreso al color creo que son muy poco interesantes. Como suele ocurrir con Lynch, las animaciones tampoco llevan a ningún lado.

Por tanto lo mejor que tiene la película es el niño. El aspecto de pieles blanquísimas y labios rojos es bonito. Es bonito igualmente su forma de andar como un muñeco. Especial énfasis en las escenas en las que su padre le regaña por haber mojado la cama.
Jorge Luis
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7
5 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película homenaje a la noche berlinesa. Queriendo huir de estéticas de pistas de baile decide centrarse en los baños de las discotecas. De esta manera, la película hace gala de una intimidad con el tema que trata y así evita hacer esfuerzos con su guión para ganarla.

Las personas que vemos pasan la treintena sobradamente y su vida es la noche berlinesa. Quieren creer lo contrario: que su vida los ha llevado a refugiarse en la noche. Cada cual elabora un discurso absurdo y pretencioso acerca de por qué son especiales y por qué la sociedad biempensante les juzga duramente. Lo cierto es que no encontramos ningún relato que nos haga pensar que son juzgados. Por lo contrario, un tipo cuenta que viajó de Beirut a Berlín, donde encuentra una sociedad enormemente abierta y tolerante.

No sé las intenciones del autor. Pero una película que se promulga como un homenaje a estos clubes nocturnos se convierte en una ridiculización de la generación tecno. Recuerda en este sentido a películas de la aristocracia como “La gran belleza”. Esta gente no es lo que uno pensaría como alta sociedad, pero para pagar las ingentes cantidades de drogas que consumen hay que tener un nivel adquisitivo importante. Tenemos por tanto a una generación absolutamente improductiva y que se convencen a sí mismos con discursos rimbombantes de que si ellos dudan de la vida que llevan, es por la sociedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jorge Luis
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