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Críticas de Eduardo García
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film Un mundo perfecto (Clint Eastwood, 1993) es un thriller grabado con pulso firme y seguro, pero que no esconde varias carencias importantes en su desarrollo. Pese a estar dirigido -y en parte protagonizado- por el mítico Eastwood, no es un proyecto redondo. El californiano, que venía de rodar la película Sin perdón un año antes, optó esta vez por un trabajo bastante diferente, porque Un mundo perfecto es una intriga policial con carga dramática que adquiere la más pura forma de road movie. Entre sus principales virtudes encontramos al dúo protagonista en estado de gracia y un final bastante emotivo, rodado a la manera de Eastwood, con esa clásica y sobria puesta en escena que lo caracteriza.

El reparto de la película está lleno de grandes nombres aunque el resultado es irregular. Kevin Costner sobresale por encima de todos encarnando al prófugo Butch Haynes, un papel con el que logra una de sus mejores caracterizaciones gracias también a su complicidad con el niño Philip, interpretado aquí por el actor T.J. Lowther, que en aquel momento tenía siete años de edad. Las escenas que ambos comparten y sus diálogos sobre temas como la paternidad o el destino son, sin duda, lo mejor del film y sirven para elevar la carga dramática del mismo. El resto del elenco principal lo completan el propio Clint Eastwood, que hace del policía «Red» Garnett y la californiana Laura Dern, que interpreta a la criminóloga Sally Gerber.

Los papeles de Eastwood y Dern son bastante discretos o, más bien, contemplativos. Esto se debe a que la trama policial del film no llega a funcionar en ningún momento. Solo sirve como muleta debido a que la historia del niño y el fugitivo absorbe todo el protagonismo. Y aún así, llegamos a un punto en el que el desarrollo emocional de los personajes alcanza su límite y, aunque los actores no se estancan, sus alter ego sí que lo hacen. Algunas escenas, como el tramo en el que se alojan en la casa de los agricultores, se notan un tanto forzadas. No tanto el comienzo de la película, que aunque contenga unos hechos bastante rocambolescos sí que resultan convincentes.

El emocionante final aporta un broche elegante a todo el metraje y, en parte, lo salva, tras las escenas anteriores que habían hecho perder credibilidad. Este desenlace está muy bien planeado y rodado, supone la redención del protagonista y deja un buen sabor de boca que ayuda a compensar el resto del conjunto. En los aspectos técnicos, la cinta es correcta aunque poco arriesgada. Creo que el argumento es demasiado «americano» y por eso no me acaba de enamorar del todo.

CONCLUSIÓN

Para mí, esta película supone una obra menor dentro de la filmografía del Clint Eastwood director, alejada de otros títulos clave como Gran Torino (2008), Sin perdón (1992) o Mystic River (2003). No obstante, este tampoco es un film despreciable, pese a su falta de constancia y brillantez. Su protagonista cumple con creces y forma una gran pareja en pantalla con su pequeño rehén primero, y compinche después. Esa química gusta.

Un mundo perfecto no consiguió premios ni nominaciones pero funcionó bastante bien en taquilla, donde recaudó más de 135 millones de dólares habiendo costado solo 30, tras un rodaje bastante rápido. La impresión al terminar de ver Un mundo perfecto es la de haber visto un film crepuscular, sin concesiones al espectador, algo que más adelante se convertiría en una constante en la filmografía de un Eastwood que casi treinta años después sigue dirigiendo y protagonizando largometrajes.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2022/05/un-mundo-perfecto-companeros-de-huida.html
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Eduardo García
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9
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque hoy en día se hagan muy buenas películas en nuestro país, de vez en cuando apetece volver a los clásicos y respirar cine puro, testigo de una época en la que los procesos eran mucho más artesanales y las tramas y los personajes eran radicalmente opuestas a lo que vemos ahora. Décadas antes del boom del cine social durante la transición, en España ya se hacían películas de denuncia, sin embargo sus mensajes por necesidad debían ser mucho más sutiles e implícitos para sortear las tijeras de la censura. Es el caso de films como Bienvenido, Míster Marshall o El espíritu de la colmena, que hábilmente satirizaban y retraban la alienación franquista cuando el dictador aún vivía. En esa línea se encuentra la película Calle Mayor (Juan Antonio Bardem, 1956), cuya crítica se centra más en la clase social que en la política.

El metraje de Calle Mayor, de apenas 90 minutos, es suficiente para ofrecernos un demoledor retrato general de los estereotipos y las convenciones sociales que dominaban el día a día de la España más gris. En la película apenas vemos dos personajes dotados de ética y sentido común, sin embargo sus opiniones son despreciadas e ignoradas sistemáticamente en favor de continuar con la «broma». En cambio, los señoritos de provincias son los claros dominadores del día a día de la ciudad, aunque a diferencia de otras películas como Los santos inocentes aquí la maldad tiene un componente más sutil, no está asociada a ninguna clase social como sí ocurría con los terratenientes de la obra de Mario Camus. En Calle Mayor se respira vanidad, no desprecio de clase.

Aunque apenas exista un componente ideológico en los personajes, a su director Juan Antonio Bardem rodar esta película le costó quince días en la cárcel. El tío, por parte de madre, del famoso actor Javier Bardem fue detenido mientras rodaba en Palencia acusado de un delito de opinión, coincidiendo con unos meses de gran agitación social en la España de Franco. Gracias a su fama y a la presión internacional fue finalmente liberado y pudo proseguir el rodaje, aunque cambió Palencia por Logroño motivado por el gran recelo imperante en la ciudad castellana. Debido a este cambio, a lo largo de la cinta vemos icónicos lugares de la capital riojana como escenarios de la ficción, tales como el Café Moderno, la Calle Portales o la Concatedral de Sta. Mª de la Redonda. Parte de la grabación se realizó en la ciudad de Cuenca también, por lo que el aire a ciudad de provincias está muy bien logrado aunque los escenarios sean heterogéneos.

El reparto está encabezado por la actriz estadounidense Betsy Blair en el papel de Isabel, cuya interpretación resulta especialmente conmovedora a pesar de que sus diálogos estén doblados en estudio. La relevancia que obtuvo Bardem con algunos de sus films anteriores le permitió contratar a esta actriz que, dotada de un gran lenguaje gestual, especialmente en los ojos, transmite a la perfección todas las emociones por las que pasa la protagonista, de desesperanza, a alegría o tristeza profunda. En el papel de Juan está el actor asturiano José Suárez y en el de el amigo sensato el franco-alemán Yves Massard. Ambos están correctos, aunque consciente de sus menores dotes interpretativas el director consigue dotar de profundidad a sus personajes gracias a unos estupendos planos y movimientos de cámara como la escena del hueco del ascensor o la de Juan perdido por los arrabales de la ciudad. En el resto de aspectos de la producción destaca la fantástica banda sonora, con acordes de violín que resultan muy emotivos y de acuerdo a la época.

CONCLUSIÓN

La película Calle Mayor es, sin duda, todo un clásico del cine español que merece la pena valorar. Una cinta testigo de una época en la que la vida era quizás más sencilla, pero definitivamente mucho más gris. Las calles y cafés, el vestuario, la forma de hablar, hasta las caras de los personajes se nota que son de otro tiempo. Sus diálogos han logrado traspasar generaciones con frases tan demoledoras como esta de Juan, el personaje coprincipal: «la quiero, no sé, como se quiere a un perrito o a un niño enfermo, la tengo lástima, es inocente, sin protección alguna, a veces me alegra ver que es feliz solo porque se cree que la quiero».

Calle Mayor logró éxito en su día pues muchos vieron la cinta como una crítica soterrada a la dictadura franquista. En el Festival de Cine de Venecia, el más antiguo del mundo, ganó el premio FIPRESCI otorgado por la crítica internacional, lo que consolidó el gran prestigio de su director. Fue preseleccionada por España para los Óscar pero finalmente no obtuvo nominación, probablemente por la misma razón que le ha ocurrido a El buen patrón este año: el marcado carácter costumbrista español de ambos guiones. Sea como fuere, Calle Mayor se puede reproducir actualmente mediante streaming en las plataformas FlixOlé y Prime Video.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2022/04/calle-mayor-cruel-romance-franquista.html
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Eduardo García
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7
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película Un final made in Hollywood (Woody Allen, 2002) es una comedia que, sin estar al nivel habitual de su director, es entretenida y graciosa a ratos. Supone una obra menor dentro de la carrera del realizador neoyorquino que, con el ritmo al que suele producir -una película cada año- es normal que confeccione obras maestras y films promedio, pero nunca malos. Allen arremete esta vez contra el mundo de los grandes estudios de cine cargado con su humor nervioso e irónico, muy mordaz. Como casi siempre, nos ofrece el pack completo: dirige, escribe el guión y protagoniza la película, esta vez junto a Téa Leoni.

Tengo que admitir mi debilidad por el cine de Woody Allen, al que considero mi director favorito junto a Pedro Almodóvar y Sergio Leone. Me resulta imposible ver una película suya sin una sonrisa en la boca. Sobre todo cuando las protagoniza él, porque su sola voz y sus tics nerviosos me provocan la misma carcajada que los tics que tenía mi profesor de matemáticas del instituto. El trabajo de Allen como actor es su faceta más infravalorada, yo creo que tiene un don natural para la comedia. Sus diálogos siempre son más divertidos cuando los protagoniza él, como esta conversación entre su personaje y el de su novia: «¿Qué haces en casa? Lo he dejado ¡Oh no, Val! ¡Otra vez! ¿Has dejado otro trabajo por nada? No ha sido por nada, tenía un motivo grave Oh, ¿cúal? Me despidieron, me pareció lo bastante grave como para dejarlo».

Su humor esta vez apunta directamente al establishment del mundo del cine, especialmente contra los estudios de Hollywood y sus productores, y en menor medida contra el público. La crítica es muy obvia, Allen identifica su yo con el protagonista de la película: director de cine, neoyorquino, menospreciado, narcisista, etc. Son rasgos comunes con su alter ego Val Waxman, por lo que su pulso a los estudios de cine en la ficción es también un nexo común con el Allen real. La crítica es personal, pues retrata a los productores de Hollywood como gente sin conocimiento a los que lo único que les importa son los billetes y salir guapos en las fotos. Hay un punto de la película en el que al «antagonista» directamente lo califica de subnormal. En plano general hace una crítica hacia el público, pues da a entender que ha perdido el favor de la audiencia porque esta se ha infantilizado -algo que si estaba de actualidad hace 20 años lo está aún más ahora- pero esa pérdida de favor también es una crítica a sí mismo, porque a pesar de considerarse un gran autor americano no ha sabido darse cuenta de lo que los espectadores demandaban. Es culpa suya, no pudo adaptarse al cambio.

Para dejar de lado estos aspectos abstractos, en el plano formal la fotografía de la película es muy cálida, repleta de lámparas que iluminan los interiores, esos tonos cálidos le confieren una gran proximidad y cercanía a la historia por lo que es difícil que el espectador pierda la atención. Gran acierto de su director de fotografía que le confiere una bonita textura al film. También me gusta que Allen arranque la película yendo directamente al grano, sin prólogos innecesarios ni un análisis de personajes exhaustivo. La banda sonora, repleta de jazz y saxofones, se disfruta en cada acorde.

CONCLUSIÓN

Como me pasa (casi) siempre con sus películas, Un final made in Hollywood me ha gustado. No me ha parecido brillante, pero es una buena cinta. Woody Allen recurre al clásico tópico de su cine: hacer realidad los sueños del hombre corriente. Aquí vuelve a darse esta situación, justo en el clímax de la historia. Recuerdo como máximo exponente de este tópico el momento en el que en La rosa púrpura de El Cairo (íd., 1985) el coprotagonista entraba por error a un burdel y caía tan simpático a las señoritas que todas se lo querían hacer gratis.

Recomiendo esta película, que actualmente se encuentra disponible en Prime Video y Filmin, como complemento a otras de su filmografía pues -a excepción del momento en el que se reconcilia con su hijo- el desarrollo de la historia en los últimos 40 minutos tampoco me ha parecido magnífico. Estas cosas pasan cuando tienes el listón tan alto con este genio del cine que es Woody Allen. Aún así, el tipo nunca defrauda.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2022/01/un-final-made-in-hollywood-ciego-y.html
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Eduardo García
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9
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo del cine independiente, la ilusión es algo difícil de encontrar. Normalmente contemplamos historias que por estar tan pegadas a la realidad, que es de por sí dramática, no son nunca cuentos de hadas. The Florida Project (Sean Baker, 2017) constituye, en parte, una pequeña excepción a esa regla. Es comedia, porque inevitablemente te ríes, pero a la vez drama; toda una rara avis dentro del género indie. Más específicamente es una coming-of-age movie, una clase de película cuya trama aborda el crecimiento de sus personajes -normalmente el paso de la infancia a la adolescencia-. En este caso, el de una niña de primaria que vive en los suburbios de una ciudad estadounidense muy próxima a Disneyworld, en la soleada Florida.

Es el sueño americano al revés, el motel Magic Castle está repleto de gente en la misma situación que nuestro dúo protagonista. Además, vivir en las proximidades de un parque temático acentúa la diferencia entre ese mundo feliz y la realidad de aquellas personas que viven en los márgenes de la sociedad. El hecho de que veamos, y oigamos, despegar helicópteros al lado del motel a lo largo de toda la película sugiere la idea de que nos encontramos en una zona de guerra, pero aquí la lucha no es por matar ni conquistar sino por salir adelante día tras día. Gran acierto este el de su director, Sean Baker, del que esta es su primera película que veo.

Es un film coral, en el que todo el reparto cumple a la perfección su rol. Moonee y Halley están interpretadas por Brooklynn Prince y Bria Vinaite, la primera una niña -tenía seis añitos cuando rodó The Florida Project- y la segunda una actriz lituano-estadounidense, cuyo debut cinematográfico fue este y que cuentan que el director la escogió para el papel tras ver unas fotos suyas en redes sociales. La cría es sin ninguna duda la gran estrella del film y es que tiene que ser difícil para alguien tan chiquitín hacer una interpretación tan buena y cargada de naturalidad. El cásting de secundarios está completado por Mela Murder, Valeria Cotto y Christopher Rivera.

A este conjunto de intérpretes de segunda línea le otorga empaque Willem Dafoe, prestigioso actor, que para ponerle cara diré que es el que hace de Duende Verde en la primera peli de Spiderman. Su papel es el del gerente del motel, el que cuida que toda esta gente viva en las mejores condiciones posibles. A su vez es el catalizador de todas las emociones de sus inquilinos y el mediador de todos los conflictos que surgen entre ellos. Un personaje muy tierno y empático que es fácil que se te quede en la retina y que además sirvió para que esta película no pasase desapercibida, ya que un actor de categoría siempre otorga visibilidad comercial y una más fácil distribución en salas.

A lo largo del metraje predomina la visión naif de los acontecimientos, de modo que la puesta en escena se aborda desde una perspectiva infantil, repleta de tonos pastel, por lo que se crea una contradicción entre la forma y el fondo, es decir, el drama de esta gente se ve con una sonrisa en la boca porque está envuelto en papel de caramelo. Luego llega un punto de rotura en la trama por el que la película se acerca más crudamente a la realidad que aborda y ese cariz cómico se transforma en algo más palpable y doloroso. Todos sus personajes cargan con las consecuencias de la crisis económica de 2008 que, bajo mi punto de vista, fue el inicio de la decadencia de occidente y es un tema que debería abordarse más, al igual que hace este film, porque ha marcado el futuro de toda una generación.

En la cinta de Sean Baker predominan los planos generales y medios y las localizaciones sencillas que le otorgan naturalidad a la trama, lo que la convierte en una película muy cercana y amena, con un desarrollo similar a un documental más que a una ficción. El mundo de colorines que se nos enseña en estos amplios planos contrasta con la contaminación y suciedad escondida; basura, edificios abandonados y grafitis, lo que constituye una metáfora natural de la sociedad estadounidense, que bajo una hermosa fachada esconde la miseria de gran parte de sus habitantes. Solo decir que el final en Disneyworld tuvo que ser grabado clandestinamente con la cámara de un teléfono.

CONCLUSIÓN

La película The Florida Project, que en inglés no hace referencia a ningún proyecto sino a los barrios más humildes del extrarradio de las ciudades -conocidos como projects-, constituye un magnífico retrato de todas aquellas personas que, si bien por falta de oportunidades o falta de ganas, se han quedado fuera de los estratos altos de la sociedad. Luchan por mantener su dignidad día tras día, sin perder la sonrisa aunque las cosas vengan mal dadas. De este género siempre se han hecho buenas películas, como Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) o Los lunes al sol (Fernando León de Aranoa, 2002).

En el apartado de premios, Willem Dafoe obtuvo nominaciones a mejor actor secundario en casi todas las galas; incluidas las de los Óscar, Globos de Oro y BAFTA. El reconocimiento de la crítica fue unánime al nombrarla una de las mejores películas del 2017. Todo un acierto del estudio independiente A24 que en los últimos años se ha erigido en salvavidas de todo un grupo de cineastas que ven como sus obras llegan a las salas gracias a la audacia de esta distribuidora. Actualmente, la cinta de Sean Baker puede verse bajo suscripción en Movistar+ y Prime Video.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2021/11/the-florida-project-sin-perder-la.html
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9
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy vengo a hablar de una peli indie que fue revolucionaria en su día. Sexo, mentiras y cintas de vídeo (Steven Soderbergh, 1989) es la ópera prima de su director, que con tan solo 26 años realiza una obra que fascina por la originalidad de sus planteamientos más de tres décadas después de su estreno. Con un título tan llamativo como sugerente, este film supuso el inicio de la carrera de un cineasta que posteriormente se consagraría con Traffic y Erin Brockovich, estrenadas ambas el mismo año, y nos haría disfrutar con su trilogía de robos y atracos titulada sucesivamente Ocean's Eleven, Ocean's Twelve y Ocean's Thirteen, antes de perder el rumbo y sumergirse cada vez más en la irregularidad, pecado imperdonable en la meca del cine.

Sexo, mentiras y cintas de vídeo nos cuenta la historia de un matrimonio acomodado, en el que él lleva la comida a casa con su sueldo de abogado y ella renuncia a sus aspiraciones profesionales para cuidar del hogar. Sus triviales existencias se ven alteradas con la aparición de un antiguo amigo del marido, un enigmático hombre que es invitado a pasar unos días en la casa hasta que encuentre residencia definitiva en la misma ciudad, al sur de los Estados Unidos. Desde los primeros compases la película se sumerge en un ambiente onírico, que rápidamente capta la atención del espectador llevándolo a un estado de hipnosis. Sus 100 minutos de metraje pasan volando.

El hieratismo que transmite James Spader con su interpretación es realmente fascinante, sus motivaciones nunca quedan claras del todo y al finalizar la película nos deja la sensación de que no hemos conseguido descifrar aún su comportamiento. Este papel le valió el reconocimiento al mejor actor en el Festival de Cannes. Conmueve ver cómo consigue transformar al resto de personajes. Despierta el deseo en la mente femenina, leitmotiv de la trama, con frases como «los hombres aprenden a amar a las mujeres por las que se sienten atraídos y las mujeres se sienten cada vez más atraídas por el hombre que aman». Además, sus intervenciones ganan peso en contraste con las del psiquiatra de una de las protagonistas, es decir, la filosofía de Graham -así se llama el enigmático amigo- es más liberadora que cualquier sesión de terapia.

La película plantea una clase de fetichismo tecnológico, algo nuevo a finales de los 80, que ha ganado significado con el paso de los años, situándola como una cinta pionera en su género. Cuentan que el film, estrenado en el Berlín occidental en fechas similares a la caída del muro, movilizó a miles de personas que del otro lado cruzaron ansiosos esperándose encontrar con una película erótica debido a la siempre sugerente palabra «sexo» presente en su título, no obstante se toparon con un maravilloso compendio de las relaciones humanas con apenas un par de desnudos. En el resto del mundo acontecieron hechos similares, ya que la peli fue un rotundo éxito de taquilla -costó 1'2 millones de dólares y recaudó 36-. Esto aupó a su distribuidora, Miramax, que gracias a este triunfo se convirtió en la principal financiera del cine de autor de los venideros años noventa, haciendo posibles pelis tan míticas como Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) o La vida es bella (Roberto Benigni, 1997).

Sexo, mentiras y cintas de vídeo instauró varios planteamientos que sirvieron de guía a producciones posteriores, como el gusto por las localizaciones sencillas, escenas con pocos personajes, fotografía simple y la tendencia a crear narrativas intimistas con temas actuales y problemas modernos. Pero, sobre todo, el ritmo. Un ritmo narrativo que no se detiene en escenas huecas ni autocomplacientes y que consigue que la atención del espectador no decaiga en ningún momento.

CONCLUSIÓN

La cinta de Soderbergh se erige como una de las películas más importantes del cine independiente americano, que con precisión quirúrgica analiza los lazos sentimentales de sus personajes. Fue uno de los primeros films que indagó sobre el deseo en la mente femenina. Una obra sutil e inteligente que capta desde el primer momento al espectador más espontáneo y, a su vez, al más cinéfilo.

Su importancia es capital por el precedente que sentó en forma y fondo. Se estrenó en el Festival de Sundance donde obtuvo el Premio del Público. Además, fue recompensada con la Palma de Oro en Cannes, uno de los galardones más importantes del mundo del cine, sumado al premio a mejor actor para Spader y la condecoración FIPRESCI de la crítica internacional. En los Óscar resultó nominada a mejor guión original, aunque perdió en favor de El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989). Con un título seductor y una trama deslumbrante, Sex, Lies and Videotape es una película fácilmente recomendable a cualquiera.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2021/10/sexo-mentiras-y-cintas-de-video-el.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eduardo García
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