Haz click aquí para copiar la URL
España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
<< 1 50 54 55 56 76 >>
Críticas 376
Críticas ordenadas por utilidad
9
8 de julio de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aproximadamente en un par de semanas (y esperemos que pueda ser así), concretamente el 23 de julio, Jan Troell, cumplirá 90 años. Es uno de los directores suecos más relevantes, aunque en nuestro país lo conozca un muy reducido grupo de cinéfilos, por desgracia. Maestro de cine en Malmö, rueda a la par cortometrajes y documentales para televisión. De gran bagaje cultural, él en casi todos sus trabajos se responsabiliza del montaje y sobre todo de la fotografía (que hace solo o en colaboración) y en 1966 se lanza a dirigir un largometraje de casi tres horas, “El fuego de la vida”, (cuya traducción más exacta sería “Aquí está tu vida”) un compendio de cuatro novelas del premio Nobel Eyvind Johnson, que él escribe con Bengt Forslund, su productor, y que para la exhibición fuera de Suecia decide dejar su duración en dos horas y cinco. A pesar de tamaño despropósito el film es un éxito.

En España no es hasta diciembre de 1974 y sobre todo a lo largo de 1975 cuando nos llegan, de golpe, esta película y sus grandes triunfos: “Los emigrantes” y su secuela “La nueva tierra”, dos pedazos de obras maestras, de más tres horas de duración cada una (aunque realmente se trate de un film- río de casi seis horas y media) que se convierten en las producciones más costosas del cine sueco, aún a pesar de no ser films comerciales. Su éxito es tal fuera y dentro de su país, que recibe varias nominaciones al Oscar incluyendo director, y siendo nominadas ambas producciones como mejor película del año y extranjera. En España se exhiben en circuitos restringidos sin doblar. Además rueda para el cine americano “La esposa comprada”, con su musa Liv Ullmann. Hasta un día el mismo Kubrick le llama por teléfono, encantado con su trabajo y con ganas de colaborar con la diseñadora de vestuario Ulla- Britt Söderlund. Troell en ese momento cree que se trata de una broma y le cuelga el teléfono. Finalmente Britt- Söderlund llegó a trabajar junto a Milena Canonero en “Barry Lyndon” y se llevaron, con toda justicia, el Oscar.

Pues bien, las cuatro como hemos dicho con anterioridad, nos llegan casi a la vez. Varios años más tarde rueda un encargo para el cine americano, la producción de Dino de Laurentiis, y que es una decepción en todos los sentidos, “Huracán”. Paramount espera que en España sea la película de las navidades de 1979, cosa que no ocurrió. Tras esa mediocridad, que creo que es el único lamparón de su currículum, sigue rodando entre Suecia y Dinamarca, sin que casi nos llega nada de lo que el gran autor sueco va rodando ni se comercializa lo que le hizo triunfar tampoco. De otro de sus actores fetiche, Max Von Sydow, extrae una de sus mejores interpretaciones en la notable “Hamsun”, muy poco conocida en España.

“El fuego de la vida”, al menos a mí, me ha parecido una excelente “ópera prima” que ya en su momento, fue ensalzada por sus colegas suecos Ingmar Bergman, el maestro, y Bo Widerberg.

Rodada en un impresionante blanco y negro, aunque se insertan breves momentos en color que parecen rodados en dieciséis milímetros. Nadie como él para mezclar sus constantes: la supervivencia en una naturaleza salvaje, la superación personal y humana, la lucha de clases y el encontrar un lugar para vivir honradamente, sea un mundo rural o urbano. Es cierto que la naturaleza, al igual que David Lean, es casi un personaje más en sus historias, como en este caso. Su narrativa y su manera de filmar, me han hecho llegar a la convicción de que su cine, desde esta, su primera obra, ha influido en autores como Malick, Bertolucci o incluso Tarkovski y Konchalovski.

En “El fuego de la vida” cuenta el despertar a la vida de Olof Persson a lo largo de un par de años durante la I Guerra mundial, alternando trabajos diferentes entornos casi contrapuestos. El joven, maravillosamente interpretado por Eddie Axberg, deja su casa para ayudar económicamente y enfrentarse a la búsqueda personal y laboral. El guion está perfectamente estructurado, con personajes perfectamente descritos y Axberg está apoyado por actores de peso que se prestaron para apariciones secundarias como Max Von Sydow, Per Oscarsson o Gunnar Björnstrand. Me llama también la atención Ulla Sjöblom en el papel de Olivia, donde hay planos que nos recuerda a Shirley MacLaine.

No hay premura en ningún momento y la nieve da frío, la lluvia se siente, la madera huele a madera, las manos duelen... no hay nada impostado y todo transcurre, no solo con mucha verdad, sino con conocimiento de lo que se va contando. Demasiados logros para lo que es una primera película de largometraje.

Preciosa y aleccionadora película. Un tipo de cine que ya no se estila, tanto en su forma de narrar como lo que cuenta. Tenemos que dar gracias las nuevas generaciones lo mucho que nos han ayudado nuestros antepasados para tener un presente más cómodo. No digo que resuelto, pero no tan duro de labrar como era en otra época pasada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
1 de julio de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de los años se han creado muchas películas en torno a la adolescencia desde diferentes países. El tema siempre ha sido (y será) interesante explorarlo, dando diferentes puntos de vista y, aunque los tiempos han ido cambiando, hay ciertas constantes que siempre serán las mismas.

En este caso ha sido Francia la que nos manda, con dos años de retraso, “Aurora (Jamais contente)”, dirigida por Emilie Deleuze, directora en apariencia de cine de autor que en esta ocasión aceptó el encargo de llevar a la pantalla la obra de Marie Desplechin, en cuyo guión también ha colaborado con la directora.

La película se realiza el mismo año, por ejemplo, en que se estrena la notable “The Diary of a Teenage Girl”, de Marielle Heller, superior a “Aurora (Jamais contente)” en todos los aspectos. Porque el film de Emilie Deleuze tiene agujeros negro que no logra sortear.

De entrada, la película está realizada sin tener un punto de vista inteligente detrás de la cámara. Los hechos se suceden sin más, no ya sin apasionar al espectador, sino sin interesar demasiado, teniendo un ritmo que se mantiene a trancas y a barrancas. Incluso se desaprovechan ciertas circunstancias que se nos cuentan, pudiendo haber dado pie a servir como crítica social o incluso meramente como situaciones cómicas. Pero no. Todo va por el camino de la corrección académica pero sin apostar originalidad o frescura.

Al menos en mi caso, y esto sí puede ser subjetivo, detrás de todos los personajes, veo a un adulto hablando, incluyendo el personaje de Aurora, con el que además me falta empatía. Y no es porque Aurora esté siempre encabronada, sino es que no se dan detalles de lo más importante: su visión, su mundo. Por ejemplo, recordamos un personaje que igual ha servido de inspiración al de Aurora, el maravilloso personaje de Lolita Cassard de la inteligente “Como una imagen”, de Agnès Jaoui, donde sí nos daban una serie de claves bastante claras y que nos hacían comprender ese destacable personaje. Y aunque los actores están bien, sobre todo Léna Magnien en el difícil rol de Aurora, no nos termina por enganchar ninguno, quizás por ser otro de los fallos, el no haber rematado sus personajes.

Sus temas musicales amenizan parcialmente la narración, y sobre todo el final posiblemente sea cortado, como es ya una tradición en estas películas con créditos que incluyen alguna canción cuando son emitidas en abierto. Y quizás ese “divertimento”, con esos créditos coloristas con el que se esfuerzan al final, sea lo que le ha faltado a lo largo de toda la proyección, humor y color, ya que corrosión parece ser que era una vía descartada.

Nada nuevo nos depara este film a los adultos. En cambio al público adolescente que ande perdido o sea un poco corto de mente, quizás le pueda dar alas a ser más contestones o más capullos de la cuenta. Pero bueno, no vamos a buscar tres pies al gato, y al fin y al cabo se trata de un film más con el que pasar el tiempo. Poco más.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
14 de noviembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que este es uno de los comentarios más difíciles que he escrito, porque son muchas las cosas que me gustaría comentar sin tener que recurrir a la sección del spoiler y preservar sus posibles “sorpresas”, también porque soy consciente que debo resumir para no empachar y porque me gustaría señalar cosas que no tienen nada que ver con el film en sí, que es por donde comenzaré.
Es descorazonador comprobar, con el paso del tiempo, que muchos de los críticos más viajados o curtidos, que han pasado por festivales y que han tenido oportunidad de nutrirse, en rara ocasión hayan hablado del cineasta Paul Vecchiali. Los distribuidores, incluyendo los españoles, le han ignorado, es prácticamente un desconocido, como en otros países, y también muy contados son los cineastas patrios que alguna vez han hecho referencia a su persona, quizás porque tampoco le conozcan: productor de películas “off” de directores tan peculiares como Jean Eustache o Chantal Akerman, crítico, de entre otras publicaciones, “Cahiers du cinéma” y compañero de muchos de los realizadores de la “nueva ola” francesa. Parece ser que la primera retrospectiva que se le rinde en España ha sido en la XII edición del Festival de cine de Sevilla, y eso que por ahora suma, contando sus colaboraciones en televisión y cortometrajes, con casi medio centenar de trabajos. Su última película, actualmente en post producción, es “Le cancre”, con Catherine Deneuve y Mathieu Amalric.
Deprimente que haya más cineastas, que como en su caso, “la política de mercado” nos haya privado conocer sus obras y nos vendan lo que a ellos le da la gana. Pero con esto no quiero crear grandes expectativas ya que, con lo dicho, si no se ha sospechado, Paul Vecchiali no es un cine de masas, incluso dentro del círculo cinéfilo, los menos audaces, lo podrían rechazar de plano.
En el caso de “Femmes femmes (Mujeres, mujeres)” es llamativo que no utilizaran en su momento para exhibirla en otros países, el reclamo de que Pasolini cayese rendido ante ella, tanto, que para “Saló o los ciento veinte días de Sodoma” acertadamente llamó a sus dos protagonistas y colaborasen en ella: Hélène Surgére y Sonia Saviange. Hay quien este film de Vecchiali, según el programa del certamen, lo ha calificado como un “anti- ¿Qué fue de Baby Jane?”. Yo más bien lo veo como todo un tributo al Teatro del lumpemproletariado: a ratos comedia, con momentos de teatro musical y drama casi surreal, cercano a Fassbinder o a los primeros pasos en cine de Almodóvar o John Waters, y cuya influencia ha llegado hasta al actual François Ozon. Es el reverso de su amigo, Jacques Demy, creando un “musical” en blanco y negro, decadente y casi desesperado.
Ni que decir tiene que sería de visión obligada para los amantes del teatro independiente o más vanguardista y de los espectáculos de los cafés- teatro más ancestrales, con influencias de Genet o Kurt Weill, aunque más cutre, para mayor disfrute de su propuesta, modesta pero profundamente anticonvencional, creo que más que en la época que se rodó, en la que el público estaba más acostumbrado a este tipo de corriente y de “happenings” que en la actualidad.
Su estructura, formada a base de pegotones, sin limar, tiene un camino agreste, pero sumamente enriquecedor, en el que el “juego” es constante, logrando un difícil y arriesgado reto interpretativo, sobre todo por sus dos actrices protagonistas. Es casi claustrofóbica, con escasos exteriores, rodada casi en teatro directamente pero sin resultar “teatral”, peyorativamente hablando, porque no es falsa.
No sé por qué derroteros habrá ido tirando Vecchiali, pero sería interesante que se pudiera dar más a conocer, porque así muchos espectadores descubrirían que la aparente audacia actual de algunos directores no es ni nueva y posiblemente sea más naif de la de hace tiempo, quizás porque no era una pose, si no de un convencimiento, una corriente que era palpable y, los que se sumaban a ella, ya lo incluían en su forma de vida, con todas las consecuencias negativas que ello pudiera acarrear.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
6 de marzo de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que me produzca mucha pena no le puedo dar ni el aprobado. Me he reído, quizás con un sentido del humor demasiado malévolo, muy retorcido, sí, porque, insisto, es que ha habido momentos hilarantes, quizás de forma involuntaria por parte de sus responsables, sobre todo su director, pero esa es la desgracia, de que para los más frikis o los posibles cinéfilos siniestros, pueda escapárseles semejante película. O por un evidente sentido tanto ético como estético, que por otra parte lo entiendo, y le puedan dar de lado, con toda la razón, porque es tan mala como increíblemente cutre. Eso no es de admirar, pero su mínimo aliciente radica en su soez atractivo, porque es extremadamente “choni” y bajuna, ninguna producción actual se atrevería a tanto (incluyendo su feroz estética ochentera mal utilizada), y porque a pesar de “abordar” el tema de la delincuencia callejera para colmo resulta irreal, aunque se utilice en todo momento la brocha gorda en un falso intento de conseguir “veracidad”.
Jose Antonio De La Loma, ese creador de, por ejemplo, la saga de los “Perros callejeros” y que incluso se metía en coproducciones con actores de renombre, en plan Antonio Isasi- Isasmendi pero con resultados artísticos más discretos y menos taquilleros, es el responsable de esta “Perras callejeras”, quizás con la intención de hacer su saga correspondiente, pero supuso un fracaso tan sonado que suponemos que por eso la cosa quedó aquí. Y también a partir de aquí es difícil enumerar el cúmulo de despropósitos que la integran: desde su dirección, guión y diálogos, a sus bruscos cambios de la noche a día, su caspa homófoba, sus guiños y homenajes al cine (uno de los personajes, un poli, es cinéfilo, y hasta le vemos llamando al programa de Carlos Pumares desde una cabina durante su guardia), el casting, a excepción del gran Luis Cuenca, maquillaje, peluquería… todo puede incluso dejar boquiabierto al espectador. Lo que me ha hecho gracia es su banda sonora, que persigue constantemente la sombra de Giorgio Moroder y que se intenta asemejar a grupos de la época, como “Azul y negro”, incluyendo la actuación de un grupo llamado “Cristal oscuro”, y que igual no estoy en lo cierto, pero supongo que entre sus integrantes están los autores de su banda sonora. Y es raro que resultara inverosímil, ya que, sin caer en el amarillismo, varios del equipo de la película eran adictos o se hicieron adictos, y aún así parece que el tema ni va con ellos, ni la película casi. Después del resumen realizado, porque si me hubiera explayado nadie que hubiera leído esto la querría ver, solo me queda por aclarar eso de que poseía una feroz estética ochentera mal utilizada. Es una de las películas con peor vestuario que he visto, en tonos tristes o “poco representativos”, con modelos que ni parecen de boutiques periféricas, acentuándose por una mala ambientación, porque, por ejemplo, hay que tener cara muy dura para decorar el despacho de una discoteca con varios aparatos de radio con medio siglo de antigüedad en sus estanterías, con la pinta de que además no funcionarían ni estrellándolas contra el suelo, cosa que hubiera hecho cualquier grupo “punk” de la época.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
21 de marzo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Monuments Men” es un film, no ya fallido porque eso es evidente, sino que es muy flojo. Da igual que se considere comedia, acción, bélica o drama ya que no termina siendo ninguna de ellas aunque lo pretenda. Y me da pena porque creo que Clooney es un tipo interesante. No me refiero a su “sex appeal” que me la trae al fresco, si no lo digo por cómo piensa y por cómo ha ido obrando a lo largo de su trayectoria en la que ha cubierto varios campos y con éxito: como actor, director, productor y guionista. En este caso él desempeña todas estas funciones y por desgracia es el máximo responsable. Muchos directores, tras etapas fructíferas han dirigido cataclismos… bueno, somos humanos. Y le ha ocurrido ahora a Clooney, que de verdad espero que, aunque finalmente resulte rentable esta película, haga examen de conciencia creativa y lo remedie para futuras ocasiones. Su dirección no crea ningún tipo de ambiente, es plana, indefinida. Su guión, que parte de una premisa que resulta una historia curiosa, copia patrones ya llevado a cabo en otras del género como “Los cañones de Navarone”, “El desafío de las águilas” o sobre todo “Doce del patíbulo” en cuanto a su desarrollo y concepción, pero sin emular sus posibles logros o el suspense que pudieran tener, y acaba siendo una excusa para que él y sus amigos rueden una película vestidos de soldados, recurriendo a tópicos y clichés. Y me parece muy bien, porque Clooney es el que paga la ronda, pero me temo que esa no era la intención y de ahí el que ni a unos ni a otros les acabe gustando la película, quiero decir, sean los que buscaban buen cine o solamente un rato para evadirse en el más profundo cine comercial. De hecho, ya puestos entre tanto amigo y tan buen clima, por ejemplo, el compositor de la película hasta tiene un papel en ella, que dicho sea de paso, es una de las menos logradas de sus composiciones. Desplat ha elaborado una banda sonora cuyo tema central es casi una fanfarria que oscila entre Williams, Bernstein y Silvestri, con otros temas que pegan más para género romántico y con utilización de los bajos a veces que recuerdan a Gabriel Yared. Su fotografía, práctica y funcional, tiene momentos que nos recuerdan a la saga de Indiana Jones, otras están mal iluminadas, donde a veces al final de plano se vislumbran “pelotazos de focos” o donde el maquillaje de los actores se trasluce. Actores que cada uno cumple su rol, y suponemos que de buen rollo, pero donde ninguno es creíble y donde no se puede sacar más partido con esas circunstancias, sobre todo se nota en el papel de Cate Blanchett, la que tenía más posibilidades tanto de disfrazarse como de poner sus acentos y ni aún así su personaje parece queda consistente. Al menos no son cuatro y no hay perro, si no hubieran corrido el riesgo de que pensaran que se trata de una aventura inédita escrita por Enid Blyton. Muy poco para una película que podía y creo que debía haber dado más, no solo porque se base en hechos reales, si no porque el espíritu del mensaje que encerraba su historia, tan altruista y hasta poético, se convierte en una paparruchada, casi en una aventurilla escolar, y no se lo merecía, ya que, de entrada, ninguna guerra es un juego de niños.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 50 54 55 56 76 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow