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España España · Zaragoza
Críticas de Juan Solo
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Críticas 271
Críticas ordenadas por utilidad
4
20 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De acuerdo. Estamos ante un producto tan ochentero y tan deliberadamente freak que a la fuerza hay que mostrarse un poquito condescendiente. Sólo un poquito. Hoy en día, gracias a Nolan, pero sobre todo gracias a los Daniels, a Tapón y a Jaime Lee Curtis, sabemos mucho de viajes interdimensionales, pero en los ochenta era otro cantar. “Las aventuras de Buckaroo Banzai” se sumerge en los terrenos de la parodia y de la sátira, aunque las cintas a las que pretende parodiar ya resultan suficientemente parodiables per se. Es añadir parodia a la parodia. Lo que menos soporto de esta clase de películas es que decidan tomarse en serio a sí mismas. Y eso es lo que le sucede al film del que hablamos en un determinado momento, que se pone de repente demasiado estupendo.

Y eso que la cosa empieza razonablemente bien. La película te propone un juego y unas reglas y a ti no te cuesta nada aceptarlas. Resultona esa presentación de personajes con un Jeff Goldblum que parte la pana, o con un multidisciplinar Peter Weller que lo mismo te opera a corazón abierto que se arranca por Aerosmith en un concierto de su grupo. O un John Lithgow en plan villano loco a la altura del Joker de Nicholson o del Luthor de Hackman. Sin pies ni cabeza todo, demasiado absurdo como para tomárselo en serio y para saber hacia dónde te quieren llevar. Sin embargo, llega el clímax y Buckaroo decide que hay que salvar el mundo y que a partir de ahí tonterías las justas. Y la cosa se vuelve convencional y aburrida también. Y hasta el villano ya no es tan molón. Moraleja: si quieres hacer una parodia o una comedia absurda, llévala hasta las últimas consecuencias y no me digas que no tienes modelos en los que fijarte, chico.

Es que la película incluso tenía algo de precursora, adelantando lo que iba a ser el fantástico ochentero en la segunda mitad de la década. Ahí teníamos dentro nada menos que a La Mosca, a Robocop y por si fuera poco un prototipo del Delorean de Mc Fly y Doc. Una lástima que al final todo terminase en ese gatillazo que resume muy bien el anuncio en plan James Bond durante los créditos de cierre. “Buckaroo Banzai volverá. No se pierdan su próxima aventura” declama una voz en off mientras salen los letreros. No, no volvió; después del batacazo en taquilla los productores debieron pensárselo mejor. Eso sí, después Buckaroo se convertiría en un título de culto y en un clásico en las estanterías de los videoclubs. Por cierto, yo era de los que rebobinaba siempre los VHS antes de devolvérselos al de la tienda.
Juan Solo
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3
16 de mayo de 2024
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En general, tendemos a mostrarnos condescendientes con los melodramas del Hollywood clásico. La razón es lógica; los tiempos cambian y hay que ponerse en la piel del espectador y del ciudadano de la época; en consecuencia, verlo y asumirlo todo con cierta perspectiva. Me temo que con una película como “La gran mentira” no hay condescendencia que valga. Por mucha Bette Davis que aparezca en el reparto.

Porque, claro, uno no puede por menos que preguntarse cómo acabó la Davis metiéndose en este berenjenal en el que nada funciona como debiera. Ni el guión que no se sabe nunca hacia dónde nos quiere llevar ni la dirección de Edmund Goulding, bastante errática también. Lo que empieza con visos de ser una comedia sofisticada, con una primera escena en el apartamento de los protagonistas que parece remitir a los preceptos de la “screwball” de toda la vida, deriva pronto en un desaforado culebrón con los ingredientes típicos y tópicos del género (celos, maternidades secretas, muertes y resurrecciones milagrosas). Un cambio de tono pues desconcertante y discutible, unos personajes mal definidos, y un final brusco y sin venir a cuento para acabarla de arreglar.

No se entiende finalmente el Oscar a la mejor actriz secundaria conseguido aquí por Mary Astor, bastante perdida durante todo el film. Uno se queda antes con la ganadora del año anterior, Hattie McDaniel , de nuevo como una Mammie, pero del siglo XX esta vez. Tampoco funciona la química entre Bette y el limitado George Brent, con toneladas de azúcar y glucosa de por medio. Lo dicho, condescendencia cero.
Juan Solo
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7
18 de marzo de 2016
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre. Amor. Vida. Tiempo. Recuerdo. Fotografía. Coche. Huppert. Adolescencia. Memoria. Viaje. Adulterio. Infancia. Hermano. Padre. Carretera. Muerte. Secretos. Rabia. Sueños. Hijos. Byrne. Mentiras. Habitación. Timidez. Colegio. Responsabilidad. Guerras. Periódico. Exposición. Crecer. Eissenberg. Suicidio. Comunicarse. Bomba. Paternidad. Sexo. Miedos. Hogar. Arrugas. Pareja. Reproches. Chicas. Duelo. Hablar. Callar. Espía. Videojuegos. Madurez. Sentimientos. Volver. Silencio. Fantasma. Dolor. Cámara. FAMILIA..
Juan Solo
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8
30 de septiembre de 2023
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los detractores del cine de Nanni Moretti - o de Nanni Moretti a secas- se quejan continuamente de que el director italiano sale y habla mucho en sus películas. Autocomplacencia le llaman. Sí, pese a ser considerado el "Woody Allen europeo", Moretti sale y habla mucho en las películas, y prescinde de los famosos "alter egos" que pululan desde hace décadas por la filmografía del director de "Annie Hall". O sea, las películas de Nanni Moretti son básicamente Nanni Moretti. Se entiende que para algunos sea irritante, pero para quienes somos de la cuerda, ver una película de Moretti es como quedar de vez en cuando con él a tomar un capucciono en un velador de Piazza Spagna. O dar un paseo - en moto o en patinete- por los alrededores del Coliseo. Y observar cómo le va la vida. Lástima que la ocasión se presente más o menos cada cinco años

Ahora, Moretti se ha prestado a rodar él mismo su particular versión de "Ocho y medio", el film autorreferencial por excelencia (un proceso al que ya se enfrentó por cierto Woody Allen hace unas décadas con "Stardust memories"). La verdad es que viendo estos antecedentes uno se pregunta por qué no lo había hecho antes. Moretti, como antes Mastroiani o Allen, se reconvierte en ese director inseguro de todo, del rodaje de la película que tiene entre manos y de su situación sentimental fundamentalmente . El director parece haber tirado la toalla políticamente hablando y ya no le queda más que refugiarse en la melancolía del activismo izquierdoso de antaño. También es escéptico en cuanto al futuro del cine en manos de productores ineptos o de plataformas que se ven en 190 países. Siempre le quedará Kieslowsky, Cassavetes y siempre habrá algún otro dispuesto a cogerle el teléfono. Y por supuesto Fellini, aunque las alusiones a la vida circense sean en esta ocasión más éticas que estéticas.

Dicen que con "El sol del futuro" Moretti ha vuelto, pero la realidad es que nunca se ha ido. Mantiene esa misma mirada de siempre, desencantada y escéptica, pero a la vez tremendamente irónica y llena de ternura. Después de ver una película como esta dan ganas de unirse también al desfile, de danzar como los zíngaros del desierto, con candelabros encima incluso. Una gozada de película de la que sales con una sonrisa de oreja a oreja. Ah, pero al próximo capuccino, Nanni, me dejas pagar a mí.
Juan Solo
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8
5 de mayo de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya al comienzo de “Abismos de pasión” un rótulo nos advierte de que estamos ante una libre adaptación de “Cumbres borrascosas”, el clásico de “Emilia Bronte”. Avisados quedamos. Estamos también ante el Buñuel mexicano, el Buñuel que más mola casi por consenso. El más divertido y paradójicamente quizá también el más irreverente. El genio de Calanda supo hacer de su capa un sayo y dar realce a esos melodramas bien románticos, bien costumbristas que en manos de otro se hubieran quedado en poco menos que nada (a veces, como aquí, tropezando con las exigencias del productor de turno). Tal y como sucederá en sus posteriores adaptaciones galdosianas, don Luis toma prestado lo que le interesa del material literario y de la inmortal historia de amor /odio entre Catherine y Heathcliff, personajes despojados aquí de toda aureola mítica para pasar a ser dos incorregibles tarados. Como suele ser habitual, Buñuel no juzga a sus protagonistas, pero los presenta desde la suficiente distancia para que sea el espectador quien lo haga.

Y así, sin renunciar tampoco a sus elementos góticos, “Abismos de pasión” eleva a lo infinito el exacerbado romanticismo del original, introduciendo la idea del “amor fou” que tanto gustaba a los surrealistas. Buñuel no pudo encontrar mejor base para reírse de lo irracional de las pasiones humanas que el texto de Bronte, de hecho era un proyecto que llevaba años persiguiendo. Al parecer, las exigencias del productor de turno de las que hablábamos antes (con unos actores inadecuados y unas interpretaciones que dejan mucho que desear) mermaron bastante el resultado final del film. Su director, no obstante, siempre dijo que, a pesar de todo, su obra se aproximaba mucho más al espíritu de la novela que la inspiraba que la versión de Laurene Olivier y William Wyler.
Juan Solo
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