Interesante acercamiento shakespereano al amor proletario/patronal al que los más ácidos críticos achacan lagunas argumentales y carencias en cuanto a vestuario.

La historia es, a cámara rápida, un cuento de hadas en el que un murciano (impresionantes matices interpretativos de Casas que clava el acento y no se le entiende nada) se sube en una moto tras secuestrar al perro que se lo monta con su madre los jueves, hecho violentísimo que despierta las más oscuras pasiones de una angelical Valverde que tiene un padre que no se merece. Todo es muy intenso. Todos tienen divertidísimos motes y cantan y bailan unas coreografías impresionantes. Puede que viera algún videoclip a mitad de película. Os recomiendo el último de Arcade Fire, que la persona que me obligó a ver esta joya no les soporta porque son canadienses y mucho más feos que el elenco de la película.

Y así, atados por el destino y por el cinturón que evita que Casas aparezca en medio metraje sin pantalones, los Romeo y Julieta de las nuevas generaciones se bañan en una piscina para desmontar el mito del liquidillo rojo y van en moto. Brum brum brum.

Nota: el perro, tras ser secuestrado, se vuelve millonario y hace su propia película en la que es millonario. La gente acude en masa a las salas de cine.

El ser humano es bueno por naturaleza y las circunstancias lo convierten en un conformista que sólo piensa en sí mismo. Pero las propias circunstancias, si son lo suficientemente catastróficas podrán, en el último momento, actual como catalizador de la redención y la vuelta a la senda marcada por una monja. Pero hasta llegar hasta allí, el egoísmo será tu leitmotiv (que se escribe así, que lo he buscado, que es alemán, so listos).

Pero centrémonos en lo cinematográfico, porque, ¿qué es esto de valorar un producto por las premisas que nos presenta? ¿las premisas es ponerte la ropa de los domingos antes de ir a la Iglesia? Si es así, no tendría sentido hablar de ello aquí. Porque aquí estamos antes un producto irregular, tedioso en su presentación y plagado de estereotipos. Pero es una peli de acción, y el director se divierte partiéndose el ojete haciendo explotar cosas. La acción es entre espectacular y un gag visual. No es el humor involuntario de las pelis de acción de los 80, con todas esas inverosímiles cabriolas, es una medidísima coreografía rodada de mil maneras y con el director detrás, mordiéndose los labios refrenando una carcajada tras otra. Y venga, carnaza. Y el Malo, con mayúsculas, se come cada escena, está perturbado, el lado oscuro de Chuck Norris, aquel que se enfrentó a Bruce Lee tiempo atrás pero queriéndose casar y a las órdenes de Esperanza Aguirre.

Llueve mucho, Rambo se moja. Necesitas serpientes: mandas a Rambo a que te las coja. Le menosprecias, quieres una pitón. Rambo enfurece, se ha secado de repente. Así sabemos que el otrora impulsivo soldado se contiene, y toda esa ira que lleva dentro le ha hinchado como a un buey. Y llegan los cristianos de Chicago a pedirle que le transporten hacia la cuna de Satán para llevar la palabra del señor y medicinas (¿MEDICINAS?) hasta esas tierras aterrorizadas por un ecuatoriano de 1,50m que mata. MATA. Por fin vemos disparos y desmembramientos gratuitos, el mal deconstruído, el motivo subyacente de la ira de Rambo, que tanto le ha hinchado, que le ha convertido en el MEGAZORD humano. Pero una chica llora, hay un plano precioso de las volutas de la forja en la que Rambo se forja las hélices de su barcaza en la que transportará Cristianos y mercenarios chungos, pero no las forja para matar, sino para transportar. Y crece su ira y su soledad y su tristeza, y hay increíbles tomas de la selva camboyana, y música épica, Y NO PASA NADA.

Pero Rambo tiene flechas y lo gore despierta tus aplausos, y empiezas a tirarle las palomitas a tu compañero de sofá, y saltas, y ríes, y es todo terrible y desolador. Y tu garganta está a punto de ser arrancada por las manos de Rambo o de los mercenarios que se apuntan a la fiesta, y el poder de Cristo te hace más fuerte. Y vuelve a haber planos increíbles, y música orquestada, y piensas que ha merecido la pena, esos 20 minutos desenfrenados merecen la pena, joder, si hasta sale una teta.

No hay novelas gráficas en mi estantería. Ni comics. Tampoco tengo claro cual es la diferencia, pero me gustaría echarle un ojo a Watchmen para ver si me entero de algo de esta peli. Aparentemente ninguno tiene superpoderes, exceptuándolos a todos. Lo más desconcertante es el lince del hombre más listo del mundo. Miento, lo más desconcertante es que una crítica del USA Today, una tal Claudia Puig(de los Puig de Massachussets de toda la vida) diga que Spider-man es una película de calibre. Calibre tiene el impresionante inicio de esta cinta y su gran banda sonora. Quizás en el DVD los profanos tengamos acceso a más información de los superhéroes “hereditarios”. Y si no, tocará leerse la novela gráfica, o al menos mirar los dibujitos. He oído que al final salía un pulpo volador extraterrestre. Algo así de absurdo sólo podría mejorar el final.
Lo mejor: Pablo Motos con su máscara cambiante y mucha mala leche. El momento Apocalypse Now. La banda sonora.
Lo peor: Búho Nocturno, que todos tengan un mínimo de dos nombres y que te quedas con ganas de más y de menos al mismo tiempo.

Padre, quiero ir a la escuela. Tortazo. Padre, me dan miedo las serpientes. Tortazo. Padre, he hablado con otra persona. Tortazo. Padre, me gusta correr. Tortazo. Padre, amo a una oveja. Sexo desenfrenado.

Un drama absurdo, miserable, lleno de belleza, de lucha, de poesía, de esperanza, de desasosiego. Palabras e imágenes.