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España España · Murcia
Críticas de wasdred
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
10
6 de octubre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Grupo Salvaje” es una elipsis que comienza con una masacre y termina con otra. Pero, si es la primera vez que la vemos, percibiremos la primera matanza con repugnancia y la otra con romanticismo. Esto es mérito de los personajes. Porque “Grupo Salvaje” es, ante todo, una película de personajes y, sobre todo, de Pike Bishop. Y antes de centrarme en la película quiero habar de este personaje.
No sé qué demonios le pasaría a William Holden por aquella época, quizás fuera que tenía una depresión insoportable, quizás las tremendas borracheras que se pegaba con Peckinpah durante el rodaje, pero el caso es que pocas veces he sentido un rostro que se quede tan grabado a fuego en la memoria. El rostro del eterno perdedor pero también del padre comprensivo; rostro del que, presumiendo su trágico final como algo inevitable y sabiendo que no puede proteger a los suyos, dice lleno de ira: “yo estoy jodido pero vosotros os vais a joder también, cueste lo que cueste”. Algo ocurre en los primeros planos a Holden, seguramente siente tanto a su personaje que acaba transformándose en él.
Surge así uno de los grandes personajes del cine, como pueda ser Brando de Corleone, Jack Lemmon de Buxter, Chaplin, Gloria Swanson de Norma Desmond… Casos que van más allá de la interpretación, atraviesan el celuloide y son los actores quienes se convierten en los personajes.
Volviendo a “Grupo Salvaje”, creo que su discurso se centra en la pérdida. Idea esta que se expresa en las palabras de aquel anciano de un pueblo humilde donde los forajidos hacen escala y donde sienten renacer sus mejores días: “todos queremos volver a ser niños, incluso los peores de nosotros; tal vez los peores más que ninguno”. La vida los ha arrastrado a un destino inevitable para ellos, la muerte, y visto su camino probablemente de la peor manera posible, violenta y sin nadie que vele por ellos.
Sólo les quedan sus principios y estos personajes de corazón antiguo harán lo que sea para defenderlos, aunque sea a base de destrozarse, cosa que han hecho toda su vida. Uno de estos principios es, más que la amistad, la pertenencia al grupo: si te has mantenido fiel a los nuestros, terminarás tus días con nosotros, haya que hacer lo que haya que hacer. “Y si no, eres peor que un animal” (P. Bishop)
wasdred
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Soul
Estados Unidos2020
7.4
33,645
Animación, Voz: Jamie Foxx, Tina Fey
5
28 de diciembre de 2020
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así como Inside Out fue para mí una película sobre las emociones que no emocionaba, Soul es otra sobre el alma, y su pretenciosa relación con la música, que parece desalmada. Todo empezó de la mejor forma posible, con un jazz bastante aceptable y el recuerdo reciente de esa obra maestra (esta sí), que fue Coco. Sin embargo, tan pronto cae al abismo nuestro simpático personaje, se descalabra también estrepitosamente y casi al mismo tiempo el guión y todo lo demás. La fábula sobre el sentido de la vida es infantil, faciloide y aburrida. A buen seguro que disgustará a adultos (ojo, no de los que se atreven a tildar la obra como existencialista), y dejará perplejos a nuestros pequeños.
En fin, todavía no salgo de mi asombro cuando escucho que es un deleite técnico, y resulta que màs de la mitad del dibujo son nubecitas de algodón con múltiples Casper pululando por ahí y diciendo chorradas.
Pues nada, siempre nos quedarán los Coco, Toy Story, Los Increíbles y otras tantas películas de Pixar de verdad.
wasdred
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4
19 de octubre de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aupado por las buenas críticas "profesionales" y de usuarios, y con la esperanza de salir un tanto de la truculencia y lo trágico que también inunda el streaming, veo una primera temporada que va de un primer episodio bastante interesante, a unos siguientes (tres o cuatro capítulos), aceptables, pero ya bien edulcorados, y a un segundo ecuador en el que el azúcar ya me hace tener que pincharme insulina. No sin mucha fuerza ya, con desconfianza fundada, sigo con los dos primeros capítulos de la segunda temporada que ya es directamente un despropósito.
Habría que preguntarse si la homosexualidad por sí tiene la virtud de convertir lo típico y aburrido en interesante. No hay nada más, ni siquiera el supuesto conflicto de salir del armario, ni el bullying al que parece que se somete al personaje protagonista están bien retratados. Algodones de azúcar, meras molestias entre continuos besuqueos y chateos. Otras tonterías de si me gusta el chico o chica pero me atrevo, una pareja de lesbianas también muy guays, y un chaval que siempre está leyendo, suponemos que asperger o autista, que forma parte del grupo. Otros adolescentes marcadamente machos y heteros son los malotes.Todo muy bien, integrado, políticamente correcto y sin hacer daño, para que entre bien suave, y no se vean demasiado las costuras comerciales y la palpable ausencia de talento de los guionistas. Seguid poniendo estrellitas, que mola porque es todo muy gay e integrador. Yo mientras veré películas como Close o Déjame entrar.
wasdred
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8
4 de septiembre de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya pasado prácticamente desapercibida, Mr Inbetween ha sido una grata sorpresa. No será para todos los gustos. De hecho, ya sabemos que existen personas que consideran una serie lenta a Los Soprano. La ventaja en este caso es el tiempo y el tono. Con capítulos de veinte minutos a media hora, y además de poseer un cariz bastante más desenfadado. No pretende ser un mural y dar respuesta a cuestiones trascendentes; más bien representa una cotidianeidad breve y realista, a la par que intensa, con personajes igualmente mundanos. En esto último se comprende el símil con Tony y compañía.
Scott Ryan tira también del mejor Tarantino en múltiples diálogos brillantes, especialmente en los que mantiene con sus próximas víctimas, o ese barbudo descerebrado que tiene por mejor amigo. Y a pesar de bascular sobre todo hacia la comedia, en un gran alarde de ingenio y talento, la serie tampoco se anda con remilgos a la hora de mostrar el dolor ni el afecto o apego del matón hacia los que aprecia.
Lo hace de forma muy lacónica, pero sin renunciar a nada, y con una fórmula que puede parecer sencilla, sin duda por el gran trabajo de un guión que el propio Scott Ryan manifestó tener pensado desde los 15 años. Menos mal que se empecinó en que saliese adelante.

Lo que no sabemos es si la sonrisa cínica del personaje es ensayada o real, pero seguro que no la olvidaremos nunca.
wasdred
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10
23 de junio de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desconfianza y cierta pereza casi me hicieron cometer el craso error de no animarme a ver Better Call Saul. Aunque guardaba gratos recuerdos de Braking Bad, los personajes principales y sus motivaciones me terminaron por parecer un tanto previsibles y simplistas, dejando de lado el primer acercamiento al protagonista en su primera temporada, donde la ambigüedad y el conflicto moral se mostró en todo su explendor. En temporadas siguientes la acción pasó a jugar con claridad el papel preponderante, y aunque el conjunto me dejó buen sabor de boca, no me creó la impresión de esas grandes series que dejan un rastro perdurable, vívido, de historias personales memorables, de personajes que parece que siguieran deambulando entre nosotros, a pesar de que la pantalla ya nos hubiese contado todo sobre ellos.
La historia de nuestro Jimmy Mcguill, alias Saúl, es otro asunto. Más seria y pausada, e ingeniosa incluso que se predecesora, no me extraña que Odenkirk se empeñase en terminarla a pesar de su grave enfermedad. Le regalaron el papel de su vida. También lleva parte del peso el memorable personaje de "Mike", interpretado impecablemente por un carismático Jonathan Banks. Se suman el acierto del hermano abogado de Jimmy -algo así como una especie Charles Laughton en Testigo de Cargo-, con una apabullante interpretación de Michael Mckean, y otra de los pocas personas por las que nuestro antihéroe siente aprecio, una creíble, inteligente y contenida Rhea Seehorn, que cada vez cobra más importancia; otro personaje para enmarcar, y seguramente unos de los personajes femeninos de más profundidad jamás creados en una serie de televisión. Todos ellos juegan un papel importante en la dualidad y conversión definitiva de Jimmy Mcguill, el tipo que a veces podría mostrarse bueno y honesto, pero que de algún modo no puede evitar ser un truhan empedernido. El pícaro que aprendió el juego de la pillería desde pequeño, con pequeños detalles de su pasado que lo explicarían en parte, y soltado a drede en una profesión que da mucho juego. Sus genialidades no me han hecho reír, más exactamente me han sacado esa medio sonrisa... ese soplo de aire que es la travesura frente a la mediocridad y la corrección política, frente al pensamiento medio, frente al tonto y aburrido ciudadano que llega lejos con los buenos días y el qué tal está usted y poco más. Las tramas que se monta el pillo con talento, con una motivación siempre latente de la supervivencia y de pura burla a lo establecido y reconocido como "éxito" , me han hecho rememorar historias de la picaresca española, y, por qué no, también algo de Mark Twain. La serie bascula en el drama con igual peso, incluso en la tragedia, al tiempo que no renuncia a mostrar un panorama social a través de variopintos personajes secundarios. En cierta manera, la picaresca termina convertida en un retrato de época, de un determinado estrato social, tal y como pretendían aquellas obras. En esta ocasión retrata el mundo de la justicia estadounidense, especialmente de la abogacía de altos vuelos, aunque sin renunciar a la otra: la pasillera, la de pie, la que se juega negociando conformidades de delitos y conflictos del día a día. También el mundo del cártel, con unos personajes fantásticos que integran esos inolvidables Salamanca, introduciendo uno nuevo que no aparecía en Braking Bad, pero que es seguramente el tipo màs retorcido y taimado de todos ellos: un perfecto villano representado por Toni Dalton, como Lalo Salamanca, otro sobrino del gran Héctor Salamanca. Mientras que Jimmy forma parte de ese mundo de la abogacía, Mike se encarga de representar al segundo. Ambos terminan confluyendo, sirviendo en gran medida de enlace el trágico Nacho Varga (Michael Mando).

Siguiendo con Jimmy, la comprensión de la controversia es definitiva, cuando sabemos que, con el apoyo afectivo y confianza de algunos, quizás Jimmy no hubiera llegado a ser Saúl. Aquí juega un papel trascendental su hermano Charles. Aunque tales aspiraciones y el afecto que se le coge al personaje se muestran muy bien a través de Kim Wextler, (Rhea Seehorn), por el que nuestro héroe siente fervor. Kim sirve de espejo a los sentimientos de los espectadores: no puede evitar divertirse con su genialidad, pero en numerosas ocasiones se siente contrariada y anda con cautela, porque la única forma conocida de vida de Jimmy es catapultear, de una forma u otra, las reglas del juego. A través de las seis temporadas veremos cómo la genialidad de Jimmy, que bien llevada pudo dirigirse a otros sitos, acabó trágicamente sepultada en el mundo de la delincuencia millonaria y sofisticada. Y la tragedia está en que Jimmy resbalones es consciente de su trasformación, de que en cierto modo será o se terminará convirtiendo en la caricatura de Braking Bad, en un genio arrogante del mal al servicio del cártel. Siente que no puede obrar de otra manera, aunque le lleguen oportunidades para alcanzar el éxito o el reconocimiento. Jimmy se aburre y es siempre de atajos, a pesar de poseer una inteligencia excepcional. Una dicotomía siempre presente, porque todo es una reflexión profunda sobre la ética, y sobre la delgada línea en la que la travesura puede acabar o llevar a delitos atroces. Por supuesto, en esa ecuación hablar o no de redención y arrepentimiento, e incluso del amor, es inevitable.
También es un milagro visual, y de un portentoso guión.
Por último, no puedo dejar de mencionar el cariño y la honestidad con la que es tratada la relación entre Jimmy y Kim, dedicando secuencias enteras de cotidianeidad en la que se intuye un amor espontáneo, sin decir una palabra.
El cierre de la última temporada, especialmente su último capítulo, está dedicado a los dos. Dudo mucho que vuelva a ver en televisión algo remotamente parecido, rodado en un castizo blanco y negro, y asumiendo el riesgo de cerrar nada menos que seis temporadas sin fuegos artificiales, con sobriedad y una caterva de profundas emociones contenidas.
wasdred
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