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España España · Madrid
Críticas de Pedro
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
7
9 de febrero de 2023
149 de 172 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película sobre conservar la ilusión dentro del drama. No será quizás el trabajo más valorado de Spielberg, pero sí es uno de muy madura realización, con un interesante y personal guion basado en la propia historia de la infancia, adolescencia y primeros años de juventud del director, narrado con buen pulso y ritmo, con ese estilo clásico de agradecer para hacer avanzar la trama y planificar cada toma con cámara fija y encuadres medidos, y una dirección de fotografía excelente a cargo del polaco Janusz Kaminski que tantas veces ha colaborado con eficacia, satisfactorios resultados y algunos premios junto a Spielberg, además de la siempre bienvenida banda sonora de otro colaborador habitual para las partituras de los filmes del director, John Williams, dando su punto emotivo cada vez que es requerido.

Todo ello es acompañado por un elenco de actores donde ninguno defrauda, construyendo los principales unas interpretaciones reflexivas y sentidas, y sobresaliendo especialmente el trabajo como actriz protagonista de Michelle Williams, quien ya hiciera interesantes actuaciones en películas como "Manchester frente al mar", "Brokeback Mountain" o su papel en "Blue Valentine", haciendo ahora de Mitzi, la madre de la familia, cuya importancia nos da una idea fiel de cuan trascendental fue para la vida de Spielberg la figura de su madre.

La familia Fabelman es así en gran parte un seudónimo en la ficción para la familia Spielberg. Cuentan que durante el rodaje el director lloró en no pocas ocasiones debido a la emoción de revivir intensos momentos de su propio pasado, lo cual da una idea de lo verdaderamente biográfico de esta producción. La historia es una mezcla de las ilusiones del autor, su amor por el cine, y el contexto esencial en todo ello de una relación familiar donde poco a poco va ahondando el drama, aunque manteniendo un punto de vista de algunas cosas con buen humor y sobre todo siempre con una brizna de esperanza.

El resultado de esa esperanza nacida como si del choque de un tren en celuloide se tratase, nos ha dado a nosotros, los espectadores, desde títulos como "La lista de Schlinder", varios de "Indiana Jones", "El color púrpura", "El diablo sobre ruedas", "Munich", "El puente de los espías", "Salvar al soldado Ryan", "El imperio del sol", "Lincoln"..., hasta otros que hicieron huella en su género como "Tiburón", "E.T. el extraterrestre", "Encuentros en la tercera fase", "Parque Jurásico"..., entre muchos.

Bendito choque de tren.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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9
27 de septiembre de 2011
141 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "No habrá paz para los malvados" queda por encima de todo para el cine español la escritura de un protagonista carismático -Santos Trinidad- y la interpretación del mismo desde las entrañas, dando toda la decadencia, valor, falta de escrúpulos, violencia y misterio tanto sobre su pasado como su presente que requiere el personaje, por parte de un José Coronado de lo más inspirado. Así, Santos respira porque respira Coronado, se emborracha porque se emborracha el actor, sufre o sangra porque el actor lo hace; hasta tal punto que lo extraño va a ser ahora ver a Coronado por la calle y no insistir en invitarle a un cubata, aunque eso sí, echando un ojo a su costado por si a las primeras de cambio descubre quién eres y saca una pistola para pegarte un tiro...

Es así la dirección de actores y el consiguiente trabajo de los intérpretes el primer aliciente del filme. Por supuesto el del absoluto protagonista principalmente, pero sin desmerecer para nada un reparto que echa los restos; donde los papeles del policía Leiva y la jueza Chacón son el complemento necesario de Santos, siendo momentos álgidos la dos escenas en que comparten plano los tres.

Con un arranque potente y un desarrollo en el que la intriga y la tensión propias del thriller se desvelan como otro fuerte de este trabajo, la trama tiene una peculiaridad que quizás pueda desconcertar. Y es que en mi opinión, este rompecabezas donde algunas piezas están difusas, sugeridas acaso, permite encajarse formando distintas imágenes. Y según sea su forma final el sentido podría ser uno u otro, bailando como leitmotiv del protagonista desde la casualidad y la locura hasta la heroicidad o la venganza pasando por el deber (*ver spoiler).

Un desenlace pues abierto a diferentes lecturas, que quizás deja al espectador como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago, al mismo tiempo de haber asistido a un ejercicio de cine elaborado con contundencia y destreza.

"Pero los malvados son como el mar agitado,
que no puede calmarse, y cuyas olas arrojan fango y lodo.
No hay paz para los malvados -dice mi Dios-."

(Isaías, 57 : 20-21)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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8
26 de marzo de 2010
132 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque al acabar los títulos de esta película podemos leer aquello de "todos los personajes son ficticios y cualquier parecido con la realidad es pura casualidad", parece una broma poner esto cuando es inevitable pensar que la causalidad -y no la casualidad- es lo que ha obrado en un argumento que ya provocara indignación entre el entorno y partidarios del que fuese Primer Ministro británico Tony Blair cuando el novelista y periodista Robert Harris publicara el original "The Ghost".

De este modo, la primera parte mostrada en clave de thriller político trae a la mente del espectador nombres de la vida real a los que asocia todo lo que ve. Más de uno tal vez se molestará por dicho paralelismo, y muchos por lo contrario ansiarán el día en que los Tribunales actúen así con quienes protagonizaron los episodios evocados de la llamada guerra contra el terror.

Harris retoma su novela para hacer de ella un guión contando para ello con la ayuda de alguien que no necesita presentación como talento del cine: Roman Polanski. Y es aquí donde una historia que no pasaría de ser a lo sumo un best seller polémico y ciertamente entretenido, se transforma en una obra con estilo, y sobre todo narrada con muy buen pulso y revelando algunos personajes bastante interesantes.

Los entresijos políticos muy pronto se mezclan con suspense de altura donde el protagonista absoluto, interpretado por Ewan McGregor con máxima credibilidad -y acompañado por recreaciones intensas de los roles de Ruth, Adam, Paul Emmett...-, se muestra como prototipo hitchcockniano dentro de situaciones que recuerdan lo mejor de clásicos como "Con la muerte en los talones" o "El hombre que sabía demasiado". Es aquí donde Polanski saca mejor partido de las secuencias de intriga que demostrara que maneja a la perfección desde "La semilla del diablo". La creación del ambiente misterioso, un hotel vacío, la secuencia en el coche siguiendo las instrucciones del ordenador de abordo, el trasbordador... Todo hasta una muy planificada resolución rodada en travelling con una nota que pasa de mano en mano como elemento central..., para finalizar en una toma exterior brillante por la situación del desenlace justo fuera de plano.

Si hay sólo una cosa que tal vez no permite a este trabajo estar en lo más alto de la filmografía de su autor es precisamente el carácter de la historia original y la pluma que la escribió, que no deja de ser un argumento al que sólo el buen hacer y la imaginación del director lo han hecho tan interesante.

Curiosa la presentación de los títulos finales como papel blanco mecanografiado... Hojas de papel escritas que se guardan en un cajón, hojas de papel que atesoran el talento y el talante de quien las escribe, hojas de papel que relatan sentimientos y hechos, esconden mentiras o secretos, se esparcen en la noche mientras se las lleva el viento.
Pedro
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9
1 de febrero de 2014
128 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en su anterior largo -"Un dios salvaje"- Polanski mostrara absoluta fidelidad a la obra teatral original pero añadiendo recursos cinematográficos y una sobresaliente dirección de actores mientras que encerraba a sus personajes en un único espacio escénico, aquí repite la fórmula aprovechando más si cabe los recursos del cine al prestarse mejor la escenografía a la búsqueda de la composición fotográfica, el posicionamiento de la cámara y los juegos de luces, sombras y colores.

No podía ser de otra forma la fidelidad cuando en ambos casos el guión viene también firmado por los propios autores de las obras teatrales: en la primera Yasmina Reza y en ésta David Ives; ambos entre los más cotizados autores de la dramaturgia contemporánea.

El peso principal de este filme recae sobre los dos únicos actores que llenan todo el metraje. Unos entregados Almaric y Seigner dan todo un recital interpretativo de principio a fin, siendo especialmente revulsiva quien en la vida real es pareja del director y a la que la obra parece ajustar como guante para su lucimiento. Una Emmanuelle que en sus inicios profesionales deslumbrara sobre todo por cómo la cámara parecía adorar su belleza -"Lunas de hiel" y "Frenético", ambas también de Polanski-; recientemente, tras papeles sobre todo secundarios y trabajos distanciados en el tiempo, ha resurgido para el mundo cinematográfico y lo ha hecho aunque envejecida con una madurez interpretativa destacable y un hálito de belleza impertérrito que parece grabado con parsimonia en cada arruga de su rostro hoy más expresivo que antaño.

La fuerza del argumento sin duda es mérito de David Ives, y la mano de Polanski tanto en el guión como tras la cámara no hace sino darnos una versión a la altura o mejor que la que triunfase ya en Broadway. Algo tiene que ver también la novela de Leopold von Sacher-Masoch que inspiró a Ives, así como buena cantidad de referencias artísticas y de la mitología a las que alude esta historia.

Estamos ante un brillante duelo de poderes donde se entrelazan sumisión, dominación, sadomasoquismo -más mental que físico-, machismo y misoginia, feminismo, sensualidad..., con las esencias de amores y odios entre el hombre y la mujer, y un desarrollo que se muestra como un juego psicológico en el que nada es lo que parece y camina hacia un desenlace inesperado.

Pero lo realmente significativo y que más originalidad aporta a la trama es el traspaso de la pared escénica, la mezcla del mundo de la representación de una obra durante su ensayo con el mundo real, la simbiosis que se produce entre ambos mundos paulatinamente encarnándose en la relación de los protagonistas hasta identificarse realidad y ficción, ficción y realidad. Incluso llegando un paso más allá en una escena final abierta a interpretación, a la que luego me referiré en zona "spoiler" para no desvelar aquí nada, pero donde bien podríamos decir que irrumpe de modo sobrecogedor el elemento fantástico. Entre hombre y mujer, entre diosas y hombres, 96 minutos que cuando menos te lo esperas han pasado y uno ni nota que todo ha sucedido en el mismo escenario con un par de actores.

"A mí, como a todas las diosas, me habéis transformado en una diablesa".
(Leopold von Sacher-Masoch, 1870)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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10
20 de mayo de 2005
140 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos enseña ese genio llamado Luis Buñuel los entresijos de la burguesía acomodada, sus hipocresías y sus miserias, mediante imágenes cargadas de esa simbología propia de toda su obra que a su vez nos da las pautas del comportamiento humano. Pero lo realmente brillante de este trabajo, lo que le da el empujón de gran película a obra maestra, es que decide hacerlo de un modo que al espectador le resulte extraordinario. La reunión de los personajes en un salón durante una fiesta lleva la situación al límite en un encierro en el que terminan asemejándose a los náufragos de la isla de “El señor de las moscas” de William Golding, donde todos pueden mostrar lo peor del ser humano mientras la situación les denigra física y moralmente. No en vano, el pretendido título inicial era el de “Los náufragos de la calle Providencia”. Al mismo tiempo, el argumento se envuelve dentro de un contexto fantástico que recuerda al mejor Borges, siendo el motivo del encierro pura disquisición psicológica, aparentemente absurda pero necesaria como detonante, donde las situaciones se repiten y donde es el mito del eterno retorno la clave de la solución.

Muestra además de su talento con la cámara es precisamente que logra esas repeticiones argumentales usando en ocasiones la técnica de rodar la misma escena desde ángulos distintos para luego montar ambas –montaje que acostumbra como en el resto de sus películas a hacer él mismo–; y todo ello no exento de un trabajo impecable con sus actores y de una planificación metódica que aprovecha al máximo el espacio y los encuadres.

La pregunta inmediata que asalta al final de la proyección intenta comprender el porqué de ese título...“Yo primero pensé que el título tenía una relación subterránea con el argumento, aunque no sabía cuál”, diría Buñuel. “A posteriori lo he interpretado así: los hombres cada vez se entienden menos entre sí. Pero ¿por qué no se entienden? ¿Por qué no salen de esta situación? En la película es lo mismo: ¿Por qué no llegan juntos a una solución para salir de su encierro?”

En Buñuel se reúnen cine y vida en forma de surrealismo, y es “El ángel exterminador” muestra inequívoca de ello. Como todo surrealismo que se precie, pueden encontrarse tantas interpretaciones como espectadores, infinitas respuestas para una simple pregunta. En definitiva, qué mejor que las palabras del autor para definir su obra: “Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente. Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna.”

Pero tal vez, con estas palabras, Buñuel -como Borges- también juega con nosotros.
Pedro
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