Que Woody Allen es un genio nadie lo puede discutir a día de hoy. Con un estilo bastante peculiar y un físico digamos característico, lleva décadas creando éxitos de taquilla y sobre todo crítica uno tras otro. O lo amas, o lo odias, no hay término medio con él. Pero sus estupendísimos -y a la vez raros- guiones han sido el puntal de películas inolvidables como "Manhattan", "Hannah y sus hermanas", "Delitos y faltas" o "Balas sobre Broadway". Cierto es que el último Allen era algo irregular, alejado de su mejor versión.. En los últimos años no protagonizaba sus películas, y sus historias parecían menos frescas. Se hablaba de un Woody Allen acabado, o iniciando su declive.

Y entonces llegó "Medianoche en París". Alejado ya de su adorada Nueva York, escenario de un 95% de su filmografía, Allen sigue trabajando en la vieja Europa, siguiendo la senda iniciada por la londinense "Scoop". Aquí nos regala los maravillosos paisajes de la siempre fascinante ciudad de las luces, un regalo para la vista, una historia que recorre no sólo los monumentos más emblemáticos de París -la obligada Torre Eiffel, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo- sino que también nos regala viajes inolvidables por sus estrechas callejuelas empedradas de los barrios bohemios, ese París desconocido para el turista medio, pero que es tan mágico como sus sitios más populares.

Y es que si se tuviera que emplear un adjetivo para describir esta cinta, sería "mágica". Hay magia en cada toma, en cada brillante diálogo, en cada detalle del escenario, en cada pequeña pieza de música. Los minutos iniciales, con esas tomas continuas del París cotidiano, nos hacen enamorarnos de la película, porque nos hace amar a esa ciudad, acompañados de las trompetas de Sidney Bèchet.

Allen crea una de sus mejores comedias, una comedia romántica, no absurda pero sí mágica, de cuento, donde la propia París es testigo y cómplice, y también protagonista de una historia de amor; la de un escritor -interpretado brillantemente por el recuperado Owen Wilson, en una clara versión joven del propio director- incomprendido y agobiado por un estilo de vida que ni comprende ni disfruta, y embarcado en una relación de ¿amor? con una rica e insoportable joven -la preciosa Rachael McAdams- que poco a poco, en una serie de liberadores paseos nocturnos por las calles parisinas, va descubriendo otro mundo, distinto, bohemio, mágico, donde la verdadera vida, la que siempre ha ansiado llevar, empieza a medianoche.

No puedo desvelar datos concretos sobre el argumento, porque revelaría muchas sorpresas que hacen encantadora esta película. En un ejercicio de estilo como sólo puede hacer un maestro, Allen mezcla fantasía, romanticismo y humor para crear un cuento agradable de ver, ligero y que en muchas ocasiones nos hará sonreír. Nominada a varios premios de la Academia -Película, Director y Guión Original, a mayor gloria de Allen- en un principio no parte como favorita, es posible que se decida premiar una película original y divertida, hecha con elegancia.

Recomendada para todos aquellos que tienen espíritu bohemio, les encanta París o bien, sencillamente quieren disfrutar de una buena película.

Pensada como un clarísimo homenaje a las películas de ciencia ficción de los años 80, época en la que por cierto está ambientada, y más concretamente en las del maestro Spielberg, "Super 8" es una película curiosa.

Precedida por una interesante campaña de marketing, jugando con lo desconocido, insinuando más que mostrando y, por supuesto, deslizando nombres -Abrams, Spielberg- que huelen a éxito a kilómetros, "Super 8" es una cinta entrañable, divertida a ratos -aquí es donde los niños juegan su papel-, misteriosa a otros, e incluso con algún que otro susto. Sin ser ese gran producto de calidad que esperaba, es agradable de ver.

Dejando aparte una sucesión de efectos especiales y explosiones tremendamente espectaculares, como el accidente de tren o la guerra en el pueblo, que da la impresión de haber sido puestos en el guión por exceso de presupuesto, es una película de la factoría de sueños Spielberg, con elevadas dosis de magia, de sueños estando despierto, de voluntad de coger un buen cubo de palomitas y desentenderse del mundo un par de horas.

Suelo despreciar a todas las películas protagonizadas por niños, pero los de aquí están todos muy bien: tanto el protagonista, como la chica de sus sueños, como su repelente amiguito gordito -no se calla ni bajo las explosiones, el tío- y el gracioso experto en armas y explosiones, un peligro de medio metro. La película es ellos y lo desconocido, aspecto que me gusta más hasta que se revela su verdadera naturaleza, y entramos ya en el terreno de las obviedades y tópicos. Tal vez me decepciona el poco recorrido que tienen los personajes adultos, destacando sobre todo a los dos padres de los dos niños protagonistas, a los cuales les habría venido bien un mayor trabajo de guión, una personalidad. Desde mi punto de vista, son personajes desaprovechados. Adultos en mundos de niños.

LO MEJOR: como todo producto Spielberg, la MAGIA. Ese apellido es sinónimo de éxito y de -generalmente- cosas bien hechas. También todo el reparto infantil. Y, por supuesto, la minipelícula "El caso", que sale durante los títulos de crédito finales. Tal vez "Super 8" sea un homenaje a las películas de Spielberg, y tal vez "El caso" sea un homenaje al propio Spielberg de niño, cuando deseaba triunfar en el cine, usando cámaras domésticas y el trabajo de sus amigos del barrio.

LO PEOR: el guión, le falta profundidad a casi todos sus personajes, y tengo la impresión de que podrían -deberían- haber explicado mejor las cosas.

Con la vitola de ser la triunfadora de los Oscar 2012, "The Artist" es, ante todo, una película que está a medio camino entre original -cine mudo y en blanco y negro- y clásica -cine mudo y en blanco y negro-. Producción francesa de relativamente bajo presupuesto, en comparación a las otras nominadas, la lista de premios que ha cosechado por todo el mundo ha sido despampanante.. 5 en Hollywood -incluyendo Película y Director-, 7 en los BAFTA ingleses, 6 en los César franceses -incluyendo además mención especial en el Festival de Cannes para el perrito Uggie-, 3 Globos de Oro e incluso el Goya. Un paseo militar en todos los certámenes a los cuales ha sido invitado. La pregunta es.. ¿se lo merece?


Respuesta: sí, a falta de competencia seria en todo 2011. "The Artist" es una gran película, sin duda. Está muy bien hecha. La historia, pese a que no es novedosa y ya se ha tratado -el paso difícil de las estrellas del cine mudo al cine sonoro- tiene su particular fuerza, y está muy bien guionizada. Jean Dujardin y Berenice Bejo, los dos cabezas de cartel, hacen un trabajo que raya en la perfección -en serio, su interpretación es ex-cep-cio-nal-: comprendo que él se haya llevado la victoria frente a mi admirado G.Clooney. Y estoy seguro de que Bejo, por cierto, uno de los rostros más bellos vistos en pantalla desde Michelle Pfeiffer, en otro año habría sido igualmente premiada. También destacar el buen hacer, como siempre, de secundarios destacadísimos como James Cromwell interpretando al entrañable chófer de George Valentin y de John Goodman encarnando al productor de cine mudo que ve en el sonido el futuro del cine.. Estos dos no fallan nunca.

Como ya he dicho, la obra de Michael Hazanavicius -francés, sí, pero de familia lituana OBVIAMENTE-, que dirige a la vez que escribe el guión, es muy buena, elaborada al mínimo detalle, preciosa visualmente -qué remedio!- y dándole un enfoque bastante novedoso a los cánones habituales del cine hollywoodiense. Aunque encierra la trampa de que es tan novedosa como antigua, y es original en la misma medida que no lo es. La música de Ludovic Bource -también oscarizada, entre otros muchos premios- nos acompaña práctica y comprensiblemente durante casi todo el metraje, una hora y media que no se hace larga.. aunque la media hora inicial, esa puesta a punto tarda quizás un poquito en llegar, se eternizan desde mi punto de vista las presentaciones de personajes y trama. Pero una vez que el argumento está en pleno ecuador, la historia se afianza y disfrutamos con un espectáculo que, si bien, adolece de sonido -quitando, por supuesto, las típicas pantallas donde se ve reflejado en letras lo que dice el personaje-, es pura expresividad casi teatral.

Otro detalle muy a resaltar de esta producción es su vestuario, también premiadisímo donde ha sido nominado, y que hacen que la ya de por sí hermosa Peppy Miller, el personaje de Berenice Bejo, brille todavía con una luz mucho más cegadora. La fotografía está también muy lograda, aunque el blanco y negro que vemos en pantalla tiene trampa, porque originalmente se rodó en color. Y ya la mencionada música de Bource nos transporta con facilidad a prácticamente cien años atrás, en un mundo donde las estrellas que no hablaban eran las que dominaban todo el "Star System". Y puesto que Cannes lo hizo, yo también: impresionante y encantadora la presencia de Uggie, el Jack Russell amigo y compañero de rodaje de George Valentin. Es imposible no disfrutar con él.

No me motivaba nada esta película, pero con tanta repercusión mediática le he dado una oportunidad, y aunque no me ha decepcionado precisamente, doy por hecho que 2011 ha sido, en general, un mal año a nivel cinematográfico. Buena película, pero a mucha gente le chocará su estilo, ya que se extinguió hace cerca de un siglo. Pero solamente por verlos a ellos dos, a él con su ya mítica ceja arqueada, bebiendo y fumando como un desesperado, y a ella con ese lunar pintado y ese guiño que hace derretir a los hombres, merece la pena. Porque, como bien dice el título de la obra, son dos verdaderos artistas.