Sí, vi esta película porque fue codirigida por Sergio Leone y, aunque entrara sustituyendo a Mario Bonnard con el rodaje ya comenzado, está considerada la opera prima (como director, ya que había sido asistente de cámara en docenas de películas antes de pasar a dirigir) del director italiano. Era prácticamente lo último que me quedaba por ver de Leone, así que me animé a sacarla de la videoteca de mi facultad hace unas semanas.
Vale, no me esperaba gran cosa, de un peplum con no demasiado presupuesto y que al mismo es un primer intento como director, pero hasta con todo eso me pareció floja.
La película es el típico film de romanos de la época con todos los tópicos imaginables sobre lo buenos y piadosos que eran los primeros cristianos y lo mal que eran tratados por unos romanos decadentes moral y espiritualmente. Salvo excepciones, este tipo de temáticas no han envejecido nada bien.
Además de eso, el protagonista es el típico cachas que de actuar sabe más bien poco y que, eso sí, sale indemne de tantas situaciones comprometidas y violentas que parece inmortal.
Los efectos y la destrucción de la ciudad son, por otra parte, típicamente peplum. Osea, mucha maqueta que se nota demasiado que es maqueta.
No sólo la trilogía del dolar o "Érase una vez en América", obras posteriores y obras maestras del director, le dan mil vueltas. La propia "El coloso de Rodas" es, siendo su segunda película y del mismo género, bastante más digna. Esto demuestra que al menos a partir de aquí, el talento del director fue en crescendo.

Es lenta; los actores son bastante malos y, si se obvia la ropa y los peinados que llevan, se tienden a comportar como individuos que viven en el mundo de hoy; la mayoría de las tramas e historias parecen sacadas de algún folletín casposo y melodramático; la van a alargar todo lo que puedan mientras de de sí...
No, definitivamente, no es fácil sacarle jugo a "Amar en tiempos revueltos. Entretenidilla, con unos decorados, una escenografía y un vestuario decentes, y poco más.

Después de haberla terminado de ver hace un par de días, es fácil coincidir con los aspectos negativos que se comentan en otras reseñas: el guión tiene algunos agujeros de buen tamaño, hay un par de momentos en los que el raccord está a punto de irse a hacer gárgaras, hay escenas un poco pastelosas comparadas con el Star Trek clásico, no es autoconclusiva al estilo de la mayor parte de Star Trek, está claro que Patrick Stewart quería hacer un homenaje a la serie clásica y al personaje de Jean Luc Picard (es uno de los productores ejecutivos. El hijo de Gene Roddenberry, por cierto, también). Hasta ahí todo lo malo, que parecen motivos de sobra para hacer naufragar el proyecto.
Sin embargo, dentro de lo bueno, está claro que esta serie está como un último regalo o despedida a los fans de Star Trek: TNG (sin spoiler nada, dudo que hagan una segunda temporada), y ahí funciona muy bien. Busca hacer lo mismo que Rocky Balboa con la saga de Rocky y en cierto modo lo logra. Tiene muchos momentos emotivos y/o nostálgicos que funcionan, a pesar de su poca sutileza, es muy entretenida (los diez capítulos se beben), y hay más acción, aventuras y efectos especiales que la mayoría del Star Trek anterior. Y, sobre todo, da gusto ver a Patrick Stewart haciendo de Jean Luc Picard una última vez.

Si a esta serie no le he puesto algún punto más, a pesar de la excelente ambientación histórica y del gran nivel de los actores principales, es porque creo que ya le sobran tres o cuatro temporadas. Hubiera sido un final muy redondo terminarla después de la muerte de Francisco Franco, por ejemplo. Sin embargo, como parece que van a seguir haciendo temporadas mientras la audiencia responda, a éste paso van a llegar a la Felipe González. Si no, tiempo al tiempo.

Vale, no es una serie perfecta ni mucho menos, de hecho los defectos que se le pueden sacar sin pensar demasiado son numerosos: los personajes hablan un perfecto castellano del siglo XX, algunos actores no están a la altura (aunque eso parece un mal endémico de las series españolas) y es improbable por no decir imposible que un guerrero español de la época tuviera tantos conocimientos sobre técnicas de lucha japonesas.
Sin embargo, "Aguila Roja" posee un par de virtudes tan poco comunes en nuestro país que me parece justo darle un 6. En primer lugar, no hay muchas series nacionales que rueden en exteriores, y en segundo, es aún más raro que una serie española se atreva con un género como el de aventuras. A mí, de hecho, sólo se me vienen a la mente "Curro Jiménez" y "Don Quijote".