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Voto de Chagolate con churros:
8
Western. Drama Nevada, 1885. Gil Carter (Henry Fonda) llega a una pequeña población del oeste en busca de su antigua novia, una mujer de dudosa reputación. Le acompaña su amigo Art (Harry Morgan). La inesperada noticia del asesinato de un conocido ranchero provoca que, ante la ausencia del sheriff, se forme un grupo de linchamiento del que tanto Gil como Art formarán parte. (FILMAFFINITY)
4 de noviembre de 2009
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Herry Fonda, uno de los mejores actores de todos los tiempos, tiene unos de los ojos más expresivos del firmamento. Son dos pedazos de ojos grandes y azules. Los primeros planos de Fonda son como una enciclopedia, y son muchos, los directores que han dejado en manos de esos ojos la emoción e información de una escena.


Alrededor de la barra los ciudadanos beben güisqui en silencio. Planos y contra planos se intercambian y aunque no existe diálogo no nos sobra información. Aquí empieza una partida de ajedrez:
Primer movimiento: Gil Carter (Henry Fonda) le pide a su compañero Art Croft (Henry Morgan) que lea una carta. La cámara enfoca a la derecha y varios ojos clavan su mirada en la madera de la barra.

Segundo movimiento: Croft le espeta que no sabe leer a lo que Carter le contesta que se la leerá él. La cámara se va a la izquierda y la inquietud aumenta en el graderío.

Tercer movimiento: Henry Fonda se da la vuelta. Apoya un brazo en la barra y saca la carta del bolsillo. A mí la carta me importa un pimiento porque es entonces cuando veo una de esas cosas maravillosa que hace que me enamorara en su momento del cine.

Game over: William A. Wellman usa el zoom, lento pero sin pausa, Henry Morgan queda desenfocado, pero el ala ancha de su sombrero tapa los expresivos ojos de Fonda. Durante todo el rato que Fonda está leyendo esa carta sus ojos siguen tapados (dándonos a entender que la justicia es ciega) y aún así, no existe duda de todo lo que siente el personaje.

Incidente en Ox-Bow no es sólo sutil y elegante por ese momento. Es sutil porque durante toda la película Wellman utiliza los recursos necesarios para no remarcar lo ya evidente (1,2,3,4) y es elegante porque a pesar de la dureza y desencanto del tema que trata el director llena la película de una eficiente intensidad. Como se suele decir, estudio sociológico del comportamiento humano y un claro ejemplo de que las películas, muchas veces, pueden servir para algo más que para entretener.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chagolate con churros
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