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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
9
Thriller Madrid, agosto de 2007. Curro entra en prisión tras participar en el atraco a una joyería. Era el conductor, y el único detenido por el robo. Ocho años después sale de la cárcel con ganas de emprender una nueva vida junto a su novia Ana y su hijo, pero se encontrará con una situación inesperada y a un desconocido, José.
31 de enero de 2017
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece de perogrullo, pero la primera grata sorpresa que da Tarde para la Ira es lo tremendamente cinematográfica que es. No es habitual encontrar el nivel de puro cine que hay en esta polvorienta y dura película, en el sentido de que se trata, efectivamente, del debut de Raúl Arévalo (ya antes, un actor excelente) en la dirección sobre un guión también escrito por él en colaboración con David Pulido. Pero primero, la forma en que el guión dosifica la información sobre sus dos protagonistas (unos impecables Antonio de la Torre y Luis Callejo, que son actores extraordinarios hagan lo que hagan), presentándolos honestamente en sus respectivos contextos, para después virar hacia algo mucho más complejo cuando las revelaciones de la trama y los verdaderos motivos van aflorando; y segundo, cómo esa trama es puesta con tanta personalidad en imágenes, y cómo el Arévalo director genera la tensión casi insoportable de este neo western ibérico, es lo que hace de Tarde para la ira, no ya un excelente debut, sino una película memorable.

En Tarde para la Ira hay un muy detallado retrato de las periferias y de las gentes que pueblan esas periferias, de los fuera de la ley, de buscavidas, víctimas y supervivientes. Pero la culpa, esa es más difícil de definir con un solo rostro, y por eso el protagonista de esta historia hará lo que haga falta para ver la culpa en los rostros de los culpables, porque Tarde para la Ira es la crónica de una venganza, el retrato de un hombre (de la Torre), of course, invadido por la ira, y el viaje de otro (Callejo), desde la chulería hasta la perplejidad, como si al antiguo gallito del corral lo empezaran a perseguir a hachazos. Y Tarde para la Ira es también un honesto y emocionante homenaje a ese cine salvaje de Sam Peckinpah, el de Grupo Salvaje o Perros de Paja, el de unos personajes definidos por la violencia, que sólo y siempre genera más violencia.

Tarde para la Ira acierta en la autenticidad de todo su retrato de personajes, porque sin ser costumbristas, son nítidamente auténticos (y todos sus actores secundarios hacen maravillosos trabajos: Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia Rubio, Pilar Gómez, Raúl Jiménez y Font García), también en el retrato de los paisajes de esta cinta, ese barrio madrileño que es como un purgatorio y paraíso de descalzados y de antiguas tragedias; y esas carreteras y campos de la España vacía, transformadas aquí en matadero para la venganza. Y es fascinante ver que a medida que la violencia en la trama se va enconando, cómo ésta tiende a ocurrir paulatinamente fuera del plano, sin que eso la haga menos sobrecogedora. Y tan injustificable como siempre es la violencia, es inevitable que con éstos personajes ocurriera de otra manera. Y todo eso es lo que hace de Tarde para la Ira, una película redonda.
jaly
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