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Voto de MiguelPG:
10
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8.6
86,387
Comedia
Un humilde barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la Primera Guerra Mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnésico a causa de un accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada, y no conoce la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de ... [+]
27 de enero de 2016
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El Gran Dictador es una película asombrosamente profunda, tierna y humana, al tiempo que un desgarrado grito por la paz y en contra de la guerra. Me parece increíble comprobar lo actual que es, teniendo su argumento pleno sentido hoy en día, 76 años después de haber sido realizada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Creo que El Gran Dictador es una de las mejores películas que he visto. La valoro por el valor de su trama y de su argumento, careciendo de conocimiento suficiente para valorarla desde el punto de vista técnico y enmarcándola en su época.
Se trata de una película increíblemente tierna, faceta encarnada en Paulette Goddard, con sus ensoñaciones y su voluntad de abrirse camino a través de la guerra y la violencia tratando de llevar una vida normal.
Se trata de una certerísima crítica a los gobiernos y a las naciones, con sus absurdas jerarquías, que van desde lo militar hasta las esferas más altas, pasando por la vida en la calle; con su voluntad de ser amos y dueños de todo por encima de los demás.
La combinación de humor con una historia tan terrible la hace más ligera, aunque le da más profundidad a los malos momentos. En este sentido, Chaplin es simplemente un maestro, por su manera de moverse (aunque sea sonora, la película está repleta de lenguaje propio de su cine mudo), su mímica y su manera de hablar (tanto en su papel de Hynkel como de barbero). Hay que decir que la película pierde mucho en el doblaje al español.
Pero sin duda, lo más emocionante es el discurso del final, un discurso del que absolutamente ninguna frase es de desperdicio. Es todo él, entero, algo que debe quedar para la posteridad. Luchemos por la libertad, y no por la esclavitud.
Creo que en esta película late un mensaje que no debemos olvidar, y que es tan actual en 1940 como hoy en día. Se trata de el enfrentamiento que hay entre las personas de todo el mundo, por algo que en realidad es totalmente ficticio: las naciones. La creación de fronteras, debidas a supuestos pueblos y razas, y la gestión de la riqueza sólo en beneficio de ese pueblo. Los dictadores de hoy no se llaman dictadores, ni los genocidios genocidios, pero no por eso dejan de estar ahí: el cierre de fronteras de la Unión Europea, la completa falta de democracia en las instituciones de ésta; el genocidio de los judíos sobre los palestinos que quedan, la persecución racial en los Estados Unidos, las guerras que sólo esconden intereses económicos detrás (véase Siria), el reparto de áreas geográficas inmensas a escuadra y cartabón por países técnicamente superiores (como en África o en Oriente Medio).
¿Cómo es posible que 76 años más tarde de que alguien lo dijera con tan desgarradora claridad hoy aún no nos demos cuenta? No lo sé, pero no por eso debemos tirar la toalla. Me quedo con la sensación que transmite al final la película: esperanza. Pese a lo difícil que todo parece, no debemos rendirnos, no debemos permitir que dictaduras sigan instaurándose. Debemos luchar por la libertad; debemos luchar por la democracia.
Se trata de una película increíblemente tierna, faceta encarnada en Paulette Goddard, con sus ensoñaciones y su voluntad de abrirse camino a través de la guerra y la violencia tratando de llevar una vida normal.
Se trata de una certerísima crítica a los gobiernos y a las naciones, con sus absurdas jerarquías, que van desde lo militar hasta las esferas más altas, pasando por la vida en la calle; con su voluntad de ser amos y dueños de todo por encima de los demás.
La combinación de humor con una historia tan terrible la hace más ligera, aunque le da más profundidad a los malos momentos. En este sentido, Chaplin es simplemente un maestro, por su manera de moverse (aunque sea sonora, la película está repleta de lenguaje propio de su cine mudo), su mímica y su manera de hablar (tanto en su papel de Hynkel como de barbero). Hay que decir que la película pierde mucho en el doblaje al español.
Pero sin duda, lo más emocionante es el discurso del final, un discurso del que absolutamente ninguna frase es de desperdicio. Es todo él, entero, algo que debe quedar para la posteridad. Luchemos por la libertad, y no por la esclavitud.
Creo que en esta película late un mensaje que no debemos olvidar, y que es tan actual en 1940 como hoy en día. Se trata de el enfrentamiento que hay entre las personas de todo el mundo, por algo que en realidad es totalmente ficticio: las naciones. La creación de fronteras, debidas a supuestos pueblos y razas, y la gestión de la riqueza sólo en beneficio de ese pueblo. Los dictadores de hoy no se llaman dictadores, ni los genocidios genocidios, pero no por eso dejan de estar ahí: el cierre de fronteras de la Unión Europea, la completa falta de democracia en las instituciones de ésta; el genocidio de los judíos sobre los palestinos que quedan, la persecución racial en los Estados Unidos, las guerras que sólo esconden intereses económicos detrás (véase Siria), el reparto de áreas geográficas inmensas a escuadra y cartabón por países técnicamente superiores (como en África o en Oriente Medio).
¿Cómo es posible que 76 años más tarde de que alguien lo dijera con tan desgarradora claridad hoy aún no nos demos cuenta? No lo sé, pero no por eso debemos tirar la toalla. Me quedo con la sensación que transmite al final la película: esperanza. Pese a lo difícil que todo parece, no debemos rendirnos, no debemos permitir que dictaduras sigan instaurándose. Debemos luchar por la libertad; debemos luchar por la democracia.