Cuando vi el episodio piloto de 30 Rock noté algo extraño, no lo tenía claro, no sabía qué era. Luego caí en la cuenta de que la serie no pertenece a ninguno de los dos tipos que tanto furor hacen ahora, no era de risas enlatadas (How I met your mother, The Big Bang theory, etc.), pero tampoco en plan reality show (The office, Modern Family, Parks and recreation…). O sea que echaba en falta los comentarios a cámara (estilo confesionario de Gran Hermano) o el murmullo de fondo (porque siempre es uno u otro, nunca ambos a la vez). Pero terminado el episodio ya se me había hecho normal esta situación, aunque necesité algunos más para cogerle el gusto a la serie de Tina Fey, donde como Juan Palomo, ella se lo guisa y ella se lo come, porque todo lo hace (aparte de creadora, protagonista y productora, también suele ejercer de guionista). Gran parte de la premisa de 30 Rock consiste en ver como se humilla Liz Lemon, alter ego de Tina Fey, mujer que no recula a la hora de lanzarse mierda a sí misma (sus defectos físicos, olores corporales y demás son temas recurrentes en el desarrollo de la serie), pues no se trata de reírse con ella, sino de ella. Pero así y todo, no sé por qué, pero Liz Lemmon me resulta uno de los personajes femeninos más sexys de la televisión, será por su aire intelectual y de mujer sexualmente reprimida, y sobre todo su gran sentido del humor. Otro que merece una medalla es Alec Baldwin, redescubierto como genio de la comedia, género que domina mucho mejor que el drama y para el que realmente parece que ha nacido, mejor tarde que nunca. La relación que estos dos tienen en la pantalla va más allá de lo que pueda ser un jefe y su subordinada, son mentor y alumna, padre e hija, hermano y hermana, consejeros mutuos, amigos en fin. Y debajo de la frialdad de las pullas irónicas que se dedican se vislumbra la calidez de una amistad forjada en seis temporadas. Luego tenemos a Kenneth, el botones más viejo del mundo, un Peter Pan sureño y tradicionalista que alberga el corazón más grande de la NBC; adoro su acento y su carisma. El resto del reparto es bastante acertado, salvo por la interpretación de Tracy Morgan, que deja bastante que desear, si bien las situaciones que desencadena son imprescindibles para el desarrollo de la serie, aunque creo que otro actor hubiese sido más acertado, alguien que no suene tan forzado. Otro motivo por el que adoro 30 Rock es que no da un respiro, pues los gags se suceden uno tras otro a velocidad de vértigo; no suelen ser chistes visuales, la mayoría son verbales, sobre todo comentarios y referencias a la cultura televisiva estadounidense, que si bien algunos pasan desapercibidos por falta de conocimiento del espectador, la mayoría son comprensibles para un público medianamente informado. Hay series que sueltan dos o tres gracias por episodio, y que se llaman a sí mismas “comedia”, pero que lo único que hacen es aburrirme, por eso en este caso le doy la bienvenida a tanto chiste seguido.