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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Acción. Drama Brasil, 1997. El capitán Nascimento (Wagner Moura) está al mando de un escuadrón del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), un cuerpo de élite de la policía de Río de Janeiro. Su misión es actuar en las favelas, en las que la policía, por miedo o por corrupción, no interviene. Nascimento quiere dejar su puesto, ya que está a punto de ser padre, pero antes necesita encontrar un sustituto adecuado. Con ese fin comienza a ... [+]
22 de abril de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las favelas brasileñas y su entorno, como en muchas otras partes, se puede "vivir" mejor o peor en función a tu disponibilidad de aceptar las normas, la mayoría de las veces ni siquiera escritas, que dictan los más fuertes. Y los más fuertes no son los más justos, ni los más inteligentes, ni los más escrupulosos; son, por contra: los más corruptos, los que tienen menos principios y más armas. En estas oligarquías (hay muchas barnizadas de democracia) todos los demás han de vivir revoloteando alrededor del basurero.

No sólo los narcotraficantes, ladrones y vendedores de armas viven en el vértice del vertedero, en el castillo que corona la cumbre, a salvo de tempestades, se encuentran los banqueros, políticos, militares y algunos que dicen tener línea directa con Dios. La tropa de élite es un cuerpo especial, que practica la ablación total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro (lobotomía) para conseguir excelentes perros de presa que sólo sepan ladrar: ¡señor, sí, señor!.

Esta unidad especializada de choque pierde fuerza y peligra en el momento en que alguno de sus miembros duda y se hace alguna pregunta racional. La alarma es inmediata porque eso quiere decir que los paralizantes sentimientos (amor, paternidad, etc.) están tomando posesión del individuo. ¡Hay que amputar ese miembro y sustituirlo!. ¡Señor, sí, señor!.

A los que tachaban esta película como filofascista afirmarles que yo no encuentro, en la película, esa tentación disciplinaria; a mí, no se me ha pasado por la cabeza apuntarme y si alguien se alinea con esas tácticas reaccionarias no creo que haya que echar las culpas al bueno de José Padilha, cuyo mensaje le sitúa, a mi parecer, justo en la otra orilla.
Sinhué
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