En estos días dónde existen tantas películas y agentes-espías por doquier, Jason Bourne sigue siendo el más original y creíble de todos estos semihéroes. Por otro lado, la película continua con el eje conductor que caracterizaron las tres primeras de la saga, aunque en este se ve a un Jason más melancólico y alejado del mundo turbio que lo persigue. El punto flojo de esta secuela es que debía terminar aquí su travesía, era una oportunidad perfecta para dejarlo, darle un cierre a la altura, pero mucho me temo que ya vendrán más...