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España España · Madrid
Voto de Melmoth:
7
Comedia. Drama. Romance Julie Delpy dirige, protagoniza, produce y escribe la música de su ópera prima. Marion (Delpy), una fotógrafa francesa, decide llevar a Jack, su novio americano (Adam Goldberg), de visita a París con la esperanza de que la relación adquiera algo de romanticismo. Pero los pesadísimos padres de Marion, sus ex novios y la obsesión de Jack por fotografiar cada monumento funerario de la ciudad no facilitarán mucho las cosas. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto, al menos para este menda, que sin la presencia fresca y poco ruidosa de Adam Goldberg, la película no hubiera sido muy meritoria, por no hablar de la irrefrenable pedantería del discurso de Delpy, a veces audaz y otras, las más, vaya por Dios, políticamente correcto (sobre el amor, el sexo, el aborto y qué más), siempre correcto en esta sociedad de condenados a no tener opinión ni falta que hace. No voy a despedirme a la francesa, no sin antes aplaudir este primer trabajo de la actriz, directora, guionista y productora (se agradece que no haya hecho de hermana gemela). Su acierto estriba en la naturalidad de las escenas, en los diálogos ingeniosos de Goldberg, porque cuando se trata de los franceses, virgen de Notre Dame, vaya peñazo de charletas instrascendentes y estúpidas. Fotografía en movimiento, aprovechando un París luminoso y unos viajes en taxi pintorescos y muy propios de esa Francia que no se calla nunca, en personajes variopintos que pretenden (quizá en exceso) retratar una sociedad de clase media que añora los felices años sesenta o los dorados de la libertad, fraternidad e igualdad (siempre que sean blancos y con posibles y hablen bien el francés, y, de paso, que lo hagan)... todo en un entorno romántico y un pelín neurasténico de amor y reconciliación, otra vez perdón y vuelta a empezar, de dos personas que se quieren a pesar de todo, a pesar de esos dos días que son como "una temporada en el infierno" del idolatrado Rimbaud (si estás ante un francés, conviene que se pronuncie "Gimbó", si no, no saben de lo que estás hablando, aunque te sepas de memoria los versos diabólicos del genial poeta y el que te escucha, el francés, no haya leído más que las páginas de televisión de "Le Monde" en toda su francesa existencia). Pido excusas por mi, quizá, temperamental más que juiciosa galofobia. Para ser franco (¡bendito castellano!), adoro la obra de los franceses (literaria, artística, arquitectónica y cinematográfica), incluso, si me apuran, su memoria histórica, pero no tanto como para aguantar a sus protagonistas.
Melmoth
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