Fantasía disparatada que no sabe si quiere ser de horror o una comedia disfrazada. Una pareja londinense sufre un violento ataque en su casa el día que se enteran de que esperan un hijo. El trauma les lleva a mudarse, meses después, a una casa de la Irlanda rural donde determinadas leyendas locales impedirán que las cosas mejoren.

El mayor problema es la indefinición. El arranque es brutal y parece que nos va a llevar por un camino turbio y sin concesiones. Luego empiezan a caer detalles que la empiezan a emparentar con cierto tipo de comedia tirando a grotesca, pero sin apostar plenamente por ello. Se mezclan aspectos como la idiosincrasia local, los mitos ancestrales o el resquemor todavía existente en Irlanda hacia los ingleses. Llegados a este punto, la película comienza a ser una coctelera donde se están agitando varios ingredientes sin saber qué sabor va a quedar al final. El absurdo de las situaciones planea con demasiado descaro, rozando el disparate con demasiada frecuencia

La vivaracha aparición de las "personas pequeñas" vuelve empujarnos hacia la comedia, pero le da un aire nuevo a la función. Una comedia home invasion malsana que, al menos, dinamiza la propuesta añadiendo un nuevo ingrediente, otro más. Lo que resulta al final es una chaladura freak que remite a las películas de monstruitos cabroncetes pero carismáticos de los 80. En su favor hay que decir que se hace muy entretenida y consigue que pasemos por alto el revoltijo señalado y la sucesión inverosímil de desvaríos que padece la parejita.