Estamos ante una película de una época en que se realizaron las mejores secuencias de acrobacias aéreas, probablemente de la historia del cine, y ésta es uno de los mejores ejemplos de esto. Ante una cinta visualmente muy entretenida pero que argumentalmente, la verdad, deja algo que desear; al menos a mi modo de ver.

Por abundar en esto último, creo que la definición de los personajes tanto del héroe canadiense como del Barón queda algo difusa, aunque a su favor debo aducir que queda bien reflejada la frialdad de ambos, cualidad que sin duda debieron poseer los personajes reales pues sin duda su oficio tal requería.

Sin embargo, coma ya dije al comenzar, es todo un espectáculo sobre las nubes, otra maravillosa escenificación de aquellos circos aéreos, de aquellos fabulosos especialistas de las décadas anteriores a la era de la digitalización, que quizá le haya quitado cierto encanto y romanticismo al cine de acción. Aunque ésta sólo es la opinión de un viejo aficionado al cine bélico, mas coincida, o no, conmigo en esto, ciertamente sí es un largometraje sumamente entretenido y muy recomendable para quienes gustan de las buenas pelis de guerra.