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Voto de Plácido Eldel Motocarro:
9
19 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una de esas películas que siempre da mucho más de lo que de ella se espera; cuando crees que vas a ver una del oeste de pronto te sumerges en un mar de sabiduría y te encuentras de bruces con La Filosofía, claro; que ya nos deberíamos haber percatado de ello cuando aquella música, en el inicio, nos abrió el alma.
Nos susurra… que amamos a la revolución porque en realidad amamos su violencia. Nos adviene que sólo tenemos una palabra. Nos deseca en la sequedad de una tierra tan dura que sólo hace hombres duros. Y la escuchamos en silencio como niños atrapados por un cuento, mientras se mata; mientras se muere.
Hombres sin futuro, fríos y profesionales, que antes tuvieron un ideal... un pasado; llegarán a su destino sea cual sea el contratiempo, y en él, quizá… deban matar a un amigo.
Las escenas de acción se van superando unas a otras en un in crescendo que no para hasta el final. Los diálogos son no sólo inteligentes sino que por momentos son excelsos, sublimes, sobresalientes, y nos absorben, nos enmudecen; y nos… enamoran; nos enamoran de una tierra agreste a la que sólo sirven hombres y mujeres valientes, de una revolución en horas bajas, de la esperanza en un renacimiento.
Y si esto no fuese bastante; la acompaña una banda sonora que llegará a ser mítica (creación de Maurice Jarre, autor también de “Doctor Zivago” o “Lawrence de Arabia”, entre otras), la interpretan actores de la categoría de Burt Lancaster, Lee Marvin, Robert Ryan o Woody Strode; en un trabajo excepcional además de, posiblemente, la mejor actuación de las carreras de Jack Palance y Claudia Cardinale.
No les puedo hablar de la novela de Frank O’Rourke pues no la tengo leída, por lo tanto no sé cuánto de ella bebe la película; pero si sé que Richard Brooks realizó grandes adaptaciones de obras de Tennessee Williams, Joseph Conrad o Dostoyevski; y todas ellas con gran acierto.
Un largometraje que he visionado en repetidas ocasiones, y casi he memorizado algunos de sus diálogos y no puedo terminar sin repetir el final de uno de ellos; “morimos... porque es inevitable”.
Nos susurra… que amamos a la revolución porque en realidad amamos su violencia. Nos adviene que sólo tenemos una palabra. Nos deseca en la sequedad de una tierra tan dura que sólo hace hombres duros. Y la escuchamos en silencio como niños atrapados por un cuento, mientras se mata; mientras se muere.
Hombres sin futuro, fríos y profesionales, que antes tuvieron un ideal... un pasado; llegarán a su destino sea cual sea el contratiempo, y en él, quizá… deban matar a un amigo.
Las escenas de acción se van superando unas a otras en un in crescendo que no para hasta el final. Los diálogos son no sólo inteligentes sino que por momentos son excelsos, sublimes, sobresalientes, y nos absorben, nos enmudecen; y nos… enamoran; nos enamoran de una tierra agreste a la que sólo sirven hombres y mujeres valientes, de una revolución en horas bajas, de la esperanza en un renacimiento.
Y si esto no fuese bastante; la acompaña una banda sonora que llegará a ser mítica (creación de Maurice Jarre, autor también de “Doctor Zivago” o “Lawrence de Arabia”, entre otras), la interpretan actores de la categoría de Burt Lancaster, Lee Marvin, Robert Ryan o Woody Strode; en un trabajo excepcional además de, posiblemente, la mejor actuación de las carreras de Jack Palance y Claudia Cardinale.
No les puedo hablar de la novela de Frank O’Rourke pues no la tengo leída, por lo tanto no sé cuánto de ella bebe la película; pero si sé que Richard Brooks realizó grandes adaptaciones de obras de Tennessee Williams, Joseph Conrad o Dostoyevski; y todas ellas con gran acierto.
Un largometraje que he visionado en repetidas ocasiones, y casi he memorizado algunos de sus diálogos y no puedo terminar sin repetir el final de uno de ellos; “morimos... porque es inevitable”.