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Voto de The Wild Side:
9
Documental La familia Ochoa se compone casi en su totalidad por paramédicos que luchan a diario por ser los primeros en responder a la llamada de los pacientes que necesitan asistencia médica tras sufrir un accidente. En una ciudad en la que el gobierno sólo cuenta con 45 ambulancias para una población de más de 9 millones de habitantes, la labor de la familia se torna imprescindible, aunque no cuenta con ningún tipo de ayuda ni reconocimiento por ... [+]
17 de marzo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno explora las particularidades de su empleo desde la perspectiva hacia el gozo, la satisfacción y la realización, según las guías que sostiene la filosofía marxista hacia la esencia del hombre. Podría ser objeto de debate la labor de la medicina ya que, siendo estrictos, se regocijaría ante la enfermedad en ojos de un juicio velado y despersonalizado que, en otras instancias, se alboroza hacia la salud mientras se cuela por el misterio de la enfermedad. Lo mismo se podría suscitar ante el personal del poder judicial (sin delitos no habría este cuerpo) o bomberos (sin incendios). Es la filosofía que justifica la labor de los Ochoa en la medianoche a bordo de una ambulancia privada. Tal vez la alienación ha permitido la otra mirada, la mirada enjuiciadora.

En medio de la surreal Ciudad de México, el servicio de ambulancias públicas se ve rebasado por las urgencias médicas. Ante este hecho, los servicios particulares intentan compensar esta necesidad con un fin monetario. Pero del punto A al punto B de esta relación se cierne un turbio negocio que se suma a lo surreal de la ciudad. Es lo que plantea el documental de Luke Lorentzen ‘Familia de medianoche’ (2019) merecedor del premio especial del jurado a documental por fotografía en el pasado festival de Sundance; la familia Ochoa (encabezada por el hijo mayor Juan, el padre de familia Fernando y el hijo menor Josué) busca sobrevivir en una ciudad caótica. Sobrevivir como la misma vida que buscan salvar. Y es esta mirada imparcial la que afortunadamente no permite crear un juicio de valor hacia los protagonistas; solo se presentan los hechos. Incluso, la cámara evita el morbo de las escenas más sangrientas y enfoca en algunos planos medios y sobre el hombro los diálogos que establecen los paramédicos con las víctimas. Casos de todo tipo son solo retratadas como el medio para reincidir sobre el punto crucial: el abuso y la corrupción, en donde los técnicos en urgencias médicas se alejan de los blancos y negros al sucumbir ante la podredumbre, pero también ante el entrañable abrazo hacia una víctima o el salvar una pequeña vida, todo sumergido en la imperiosa necesidad de cobrar los honorarios correspondientes a base de clemencias y un circo maquiavélicamente planeado.

Si uno comienza a desmenuzar el documental a partir de las condiciones de trabajo en las que se ven forzados a trabajar los Ochoa se pueden percibir carencias de todo tipo. Sin embargo, el toque del cineasta busca, por otro lado, retratar la idiosincrasia mexicana en la ciudad que se desdobla en la lúgubre verdad que circula a toda velocidad en las calles de Tamaulipas, Insurgentes, Durango, etc. Resulta fácil identificarse con el padre enfermo, noble y regordete que apoya de manera incondicional a la familia que contrasta con la personalidad autoritaria pero llena de inocencia y empatía de Juan, el hijo mayor que incluso vela por la educación de su ingenuo y carismático hermano menor y que busca un respiro de la muerte en una llamada telefónica.

Es preciso reconocer el mérito del largometraje que va más allá de la serie dramática ‘paramédicos’ (2012) y se acerca a ser el mejor documental ‘nacional’ estrenado en lo que va del año rememorando viajes y vigilias por la ciudad como se hace en ‘Taxi driver’ (1976) y ‘Bringing out the dead’ (1999) de Martin Scorsese o ‘Nightcrawler’ (2014) e inclusive el documental mexicano ‘el hombre que vio demasiado’ (2015). La urgencia es real. Tanto la médica como la necesidad de regulación y legislación en una ciudad con amplias penurias en una labor fielmente retratada que no se aleja mucho de lo que personalmente he visto. La alienación esta vez no alcanza a contrarrestar la satisfacción intrínseca que se produce. Lo siento Marx.
The Wild Side
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