Media votos
7.4
Votos
65
Críticas
3
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Tyler Durden:
5
6.8
38,059
Drama
En 2001, Billy Beane (Brad Pitt), director general de los Atléticos de Oakland (béisbol), se hizo famoso al conseguir grandes éxitos por medio del método "Moneyball", programa que consiste en construir un equipo competitivo con menos recursos económicos que la mayoría de los equipos de las Grandes Ligas y empleando métodos estadísticos por ordenador para coordinar a los jugadores. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moneyball cuenta las desventuras de Billy Beane, mánager de un modesto equipo de béisbol, los Oakland Athletics, quienes ven cómo temporada tras temporada susbsisten, muy a su pesar, en la misma liga que otros titantes como los Red Sox. Harto de ver cómo los grandes se llevan a sus jugadores, Beane decide tirar por la tangente y seguir la estrategia de un joven licenciado en economía, Peter Brand. Una estrategia basada en la mera estadística, en el máximo rendimiento de sus jugadores con el mínimo gasto. En definitiva, una política de equipo basada en la austeridad.
Bennet Miller nos brinda un producto regulero y manido hasta el paroxismo, la historia del (anti)héroe americano con cuentas pendientes que se ve superado por circunstancias pasadas que le llevan a la obsesión por la gloria. Porque (cont)
Bennet Miller nos brinda un producto regulero y manido hasta el paroxismo, la historia del (anti)héroe americano con cuentas pendientes que se ve superado por circunstancias pasadas que le llevan a la obsesión por la gloria. Porque (cont)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Beane, otrora joven promesa del béisbol, tuvo que vivir su propio fracaso y ahora ve cómo si no pone remedio, será devorado de nuevo por los viejos fantasmas del fracaso.
No soy muy dado a comparar películas, pero dado que Aaron Sorkin también fue guionista de La Red Social, es inevitable. Ambas articulan su discurso en torno a un aparente MacGuffin: en Moneyball es el béisbol, y en La Red Social facebook. El problema reside en que mientras la película de Fincher nos propone ejercicio audiovisual impecablemente dirigido y montado, aquí nos encontramos con un ensamblaje de imágenes pobres, de idas y venidas de un lugar a otro a través de conversaciones en su mayoría faltas de peso y continuas secuencias y discursos sobre estadística que quieren emocionar al espectador pero que acaban por perderle, y concretamente en mi caso, en una película sobre un deporte nacido por y para los americanos que no me interesa en absoluto.
Moneyball es la historia mil veces vista de un patriota que es tentado por el diablo pero que mantiene su integridad personal gracias a su altruismo y humildad, un discurso repetitivo cuyo único objetivo es albergar alguna estatuilla pero de escaso valor cinematográfico. Es la historia del triunfo que, curiosamente fracasa en su ejecución.
No soy muy dado a comparar películas, pero dado que Aaron Sorkin también fue guionista de La Red Social, es inevitable. Ambas articulan su discurso en torno a un aparente MacGuffin: en Moneyball es el béisbol, y en La Red Social facebook. El problema reside en que mientras la película de Fincher nos propone ejercicio audiovisual impecablemente dirigido y montado, aquí nos encontramos con un ensamblaje de imágenes pobres, de idas y venidas de un lugar a otro a través de conversaciones en su mayoría faltas de peso y continuas secuencias y discursos sobre estadística que quieren emocionar al espectador pero que acaban por perderle, y concretamente en mi caso, en una película sobre un deporte nacido por y para los americanos que no me interesa en absoluto.
Moneyball es la historia mil veces vista de un patriota que es tentado por el diablo pero que mantiene su integridad personal gracias a su altruismo y humildad, un discurso repetitivo cuyo único objetivo es albergar alguna estatuilla pero de escaso valor cinematográfico. Es la historia del triunfo que, curiosamente fracasa en su ejecución.