La revolución racional en pos de una empatía necesaria sobre el maltrato especista. Si bien todos lo seres del mundo tenemos el mismo derecho a habitar esta tierra como nuestro hogar, no es de ejemplo la realidad que nos acompaña, pues vivimos rodeados de prepotencia y soberbia, donde la inteligencia humana se coloca la corona del ser más inteligente, pero si miramos bajo el prisma de cómo se gestionan otras especies, cómo razonan y gestionan sus emociones, queda en evidencia que somos la especie menos evolucionada de todas.

Algunos utilizan el desarrollo del idioma o la utilidad de utensilios para construir como excusa para superponerse, pero cualquier persona curiosa ya sabe que ellos también se comunican y construyen sin necesidad de dañar o contaminar, y que no es su vida una montaña de dramas infantiloides e irrisorios devenidos de una sociedad caprichosa y generalmente estúpida. Laloux nos dibuja, a través de un curioso diseño muy personal, unos seres llamados Draags que representan la humanidad y que empequeñece a ésta con motivo de aleccionar a nuestro ego más déspota. Su intencionalidad queda transparente ante los ojos del espectador de querer hacerle ver nuestro comportamiento de irrespetuosidad. El conflicto que demuestra lo simples que podemos llegar a ser es la radicalización extrema a su opuesto, de dogmatizar hasta la alimentación, perjudicando nuestra propia salud, hinchándola a suplementos por una creencia que no se sostiene bajo ningún ojo científico, que antiguos escritos por viejos sabios nos hablen del equilibrio entre los opuestos que nos forman no haya sido comprendido aún por la ausencia de coherencia en el ser humano demuestra que somos los menos evolucionados.

Hay quien interpreta este film con ansias de invasión extraterrestre, pero lo que nos quiere decir es que somos nosotros los que no pertenecemos a este lugar y que no lo merecemos observando nuestro comportamiento, somos seres desagradecidos e inmaduros, inconscientes del regalo que es vivir y que nuestro hogar nos profiere todo lo que necesitamos sin necesidad de abusar. Deja en evidencia el excelso egocentrismo que arrasa por doquier, sin permitir razonar con claridad escuchando al corazón. Es un film que nos deja en evidencia como especie, que luego podremos ver esa misma merecida humillación en títulos como 'La belle verte' o 'Avatar'.

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