Llega el turno del azote a los paparazzi, esas deleznables criaturas que atormentan con el flash a sus víctimas y se alimentan de sus desgracias. Y con víctimas me refiero al famoseo. La gente anciana como yo, recordaremos los años 'dosmil' como la década que supuso el auge de esta especie, ahora en declive, y el acoso que sufrieron sin misericordia un largo etcétera de populares nombres de la escena pop de aquel entonces y que ahora ya forman parte de la 'cultura pop'. ¿Cómo olvidarse del célebre paraguazo de la Britney calva a los paparazzi que la estaban torturando?.

'Mazey Day' comienza haciendo un guiño a todas esas Britney's que padecieron el abuso de los flashes debajo de sus vestidos cuando salían de fiesta sin ropa interior. Cuando todavía no se hablaba de feminismos ni de salud mental, millones de abonados a las revistas del corazón buscaban ansiosos su nueva dosis de miserias ajenas. Pero no podemos culpar a los desdichados paparazzi que solo hacían su trabajo, tomar fotografías sin permiso y perseguir la intimidad hasta exterminarla.

Es complicado opinar sobre 'Mazey Day' sin destripar el argumento pero creo que ya he proporcionado las suficientes pistas sin hacer el mínimo spoiler. A pesar de la pedagogía, el cuarto es el episodio más débil y evidente del nuevo repertorio de 'Black Mirror'. También el más obsoleto por la sensación que deja de llegar demasiado tarde y de que ya conocíamos la teoría, salvo que pertenezcas a la generación Alfa o nosecuantos. Solo deben cuestionarse: ¿Quién es el cazador y la presa en esta historia?.

Citando uno de los temas más conocidas de la Spears: "Todos quieren un pedazo de mí".