La idea, manida pero muy aprovechable. Los efecto especiales impecables. El guión...no existe. No hay historia, ni argumento, de modo que estamos ante una cinta que avanza hacia ninguna parte y encima se queda a medio camino.

Si lo que sucede es que lo que sea que se inyecta D. Sebastian Caine lo vuelve loco y es esa locura la que lo impulsa a malgastar el don de la invisibilidad de semejante forma, podrían haberlo explicado (o haber inducido a pensarlo con las pruebas previas en gorilas y monos). Pero tampoco.

Un film que promete muchísimo en su inicio, que asegura muchísimo más con lo espectacular de sus efectos especiales y que se autoinmola absurdamente dejando al espectador con la sensación de haber perdido el tiempo para nada.

Una lástima.