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Voto de Orson_:
6

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5.3
110
Western
Una mujer ha herededado en el lejano Oeste un pequeño periódico local, pero, cuando se presenta allí, el director se niega a cederle el control del diario. Inesperadamente, la recién llegada encuentra un aliado en un jugador de cartas, al que odia porque lo cree responsable de la muerte de su padre. (FILMAFFINITY)
30 de abril de 2025
30 de abril de 2025
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Western modesto y algo rutinario en la puesta en escena, pero en el que va germinando la idea de relevo generacional y cambios sociales unidos al progreso. Recurre a uno de los tópicos del género, el del pueblo sometido a la voluntad de un terrateniente (en este caso dos), que controlan a su antojo la prensa, la ley y el comercio, para su propio beneficio.
Encontramos personajes peculiares que llaman la atención. La mujer madura que llega a la localidad para hacerse cargo del periódico local sin experiencia previa, el curtido jugador profesional al que no vemos nunca ganar una partida, o al pistolero despiadado y cruel, con pocas luces, que sorprendentemente desempeña el cargo de sheriff (¿?).
Temáticamente, en algunos aspectos, pertenece a ese grupo de películas que a partir de mediados de los 50 fueron dando forma al denominado western crepuscular, en el que al decaimiento popular por el género por agotamiento de la fórmula, y el envejecimiento natural de muchas de sus estrellas icónicas, se empezaron a tratar temas relacionados con la llegada nuevos tiempos, ligados al progreso, que comenzaban a dejar atrás el estilo de vida austero y salvaje propios de esas tierras hasta hace poco inhóspitas.
Se llega a decir en un momento de la trama, para justificar la conducta autoritaria de los caciques, que ellos llegaron a esas tierras cuando eran salvajes, llenas de bisontes, y tuvieron que luchar contra los indios por cada palmo de terreno. Se creen por tanto con un derecho natural a ejercer su dominio sobre los habitantes llegados posteriormente, y no aceptan, por ejemplo, que en un proceso democrático, estos elijan a sus propios representantes en los puestos de mayor importancia en el pueblo. Ni que hayan surgido leyes para regular los abusos de poder que llevan ejerciendo durante años, o que las fuerzas del orden puedan intervenir para evitar sus prácticas intimidatorias.
Otro buen ejemplo de los tiempos cambiantes lo representa el pistolero violento e irascible, al que se le puede vencer con astucia y picaresca, porque como lo define otro de los protagonistas, sólo es una copia barata de otros pistoleros a los que ha visto y que hace mucho que dejaron de existir.
Claudett Colbert saca adelante su personaje sin despeinarse, apoyándose en su carisma intacto y la experiencia de haber sostenido sobre sus hombros, como protagonista indiscutible, infinidad de producciones durante las décadas anteriores. Fue una de sus últimas interpretaciones, lo cual es una pena viendo lo bien que seguía luciendo en pantalla y la solvencia con la que afronta su personaje. Fue igualmente la última película dirigida por Whelan poco antes de su fallecimiento.
Aunque el argumento se va acomodando poco a poco en lo convencional, su visionado resulta agradable, contiene diálogos bastante interesantes, y algunas peculiaridades que al salvan de la mediocridad.
Encontramos personajes peculiares que llaman la atención. La mujer madura que llega a la localidad para hacerse cargo del periódico local sin experiencia previa, el curtido jugador profesional al que no vemos nunca ganar una partida, o al pistolero despiadado y cruel, con pocas luces, que sorprendentemente desempeña el cargo de sheriff (¿?).
Temáticamente, en algunos aspectos, pertenece a ese grupo de películas que a partir de mediados de los 50 fueron dando forma al denominado western crepuscular, en el que al decaimiento popular por el género por agotamiento de la fórmula, y el envejecimiento natural de muchas de sus estrellas icónicas, se empezaron a tratar temas relacionados con la llegada nuevos tiempos, ligados al progreso, que comenzaban a dejar atrás el estilo de vida austero y salvaje propios de esas tierras hasta hace poco inhóspitas.
Se llega a decir en un momento de la trama, para justificar la conducta autoritaria de los caciques, que ellos llegaron a esas tierras cuando eran salvajes, llenas de bisontes, y tuvieron que luchar contra los indios por cada palmo de terreno. Se creen por tanto con un derecho natural a ejercer su dominio sobre los habitantes llegados posteriormente, y no aceptan, por ejemplo, que en un proceso democrático, estos elijan a sus propios representantes en los puestos de mayor importancia en el pueblo. Ni que hayan surgido leyes para regular los abusos de poder que llevan ejerciendo durante años, o que las fuerzas del orden puedan intervenir para evitar sus prácticas intimidatorias.
Otro buen ejemplo de los tiempos cambiantes lo representa el pistolero violento e irascible, al que se le puede vencer con astucia y picaresca, porque como lo define otro de los protagonistas, sólo es una copia barata de otros pistoleros a los que ha visto y que hace mucho que dejaron de existir.
Claudett Colbert saca adelante su personaje sin despeinarse, apoyándose en su carisma intacto y la experiencia de haber sostenido sobre sus hombros, como protagonista indiscutible, infinidad de producciones durante las décadas anteriores. Fue una de sus últimas interpretaciones, lo cual es una pena viendo lo bien que seguía luciendo en pantalla y la solvencia con la que afronta su personaje. Fue igualmente la última película dirigida por Whelan poco antes de su fallecimiento.
Aunque el argumento se va acomodando poco a poco en lo convencional, su visionado resulta agradable, contiene diálogos bastante interesantes, y algunas peculiaridades que al salvan de la mediocridad.