Por lo que se ve, cuando los Marx ficharon por los estudios Metro Goldwyn Mayer, el contrato imponía un paradigma inmutable para todos los guiones que rodasen bajo su auspicio. At the races sigue el esquema a rajatabla: una joven pareja enamorada ve como peligra su estabilidad económica. Chico y Harpo, determinados a solventar el asunto, piden ayuda a Groucho, un caradura con habilidades innatas para camelarse a viudas adineradas por medio de zalamerías increíblemente groseras.

Asimismo, la joven pareja protagonista tiene dotes para la canción romántica y cuenta con más de una ocasión para demostrarlo. Y Chico, amante de los juegos de palabras, extiende su inclinación por el juego a la interpretación pianística, con su peculiar y heterodoxa forma de tocar el piano. Por su lado, Harpo, aparca su habitual desenfreno destructivo y torna revolucionariamente la agresividad que se espera de él en serenidad y delicadeza. Ni Gandhi.