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Voto de ESPILBERDO:
4
Terror. Thriller. Drama España, años 50. Montse (Macarena Gómez) ha perdido su juventud cuidando de su hermana pequeña, con la que vive en un siniestro piso del centro de Madrid. Tras la muerte de su madre, su padre (Luis Tosar) huyó cobardemente dejándolas solas. Montse padece agorafobia pero no lo sabe y se esconde de la vida, entre cuatro paredes, volviéndose cada vez más obsesiva y desequilibrada. Trabaja de costurera y el único eslabón que la une con la ... [+]
13 de enero de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una cierta tradición en Hollywood que viene otorgando un punto extra de prestigio y de caché al actor que la acoge: el entregarse con tanto ahínco a un papel, a un personaje, que su dedicación a darle vida pase por transformar su propio físico de manera espectacular, brutal, casi sobrenatural. Y, en ocasiones, aunque el maquillaje ayude, lo que hacen algunos profesionales con sus cuerpos para otorgar credibilidad al papel (o para acercarse más a un premio académico) es demencial. Se me vienen a la cabeza ahora mismo los casos, por ejemplo, de Christian Bale en "El maquinista" o "La gran estafa americana"; de Charlize Theron en "Monster"; de Tom Cruise en "Tropic Thunder", o de Colin Farrell en "Cómo acabar con tu jefe". Está bien mascada la leyenda de los esfuerzos que tuvieron que hacer Robert de Niro para "Toro salvaje", Mathew MacConaughey para "Dallas Buyers Club" o Eric Bana para "Chopper". Entonces, ¿por qué, salvo contadas ocasiones, esa tradición no ha arraigado en nuestro país? ¿No tenemos buenos nutricionistas y preparadores físicos en España? ¿O es que nuestros actores no están listos para afrontar semejante sacrificio?

Para mi gusto y en mi opinión, es lo que hubiera redondeado de forma magistral el personaje de Montse en esta Musarañas. Llámenme superficial. Nadie duda de los talentos de la gran Macarena Gómez, que, además, hace suya la película de forma que los únicos momentos apasionantes sean los de sus apariciones. Es de ley en toda obra sobre un psicópata que el público espere su estelar presencia, que el personaje sea el óbice sobre el que orbiten todas las situaciones de la trama, y que consiga que los corazones alteren el pulso cuando se preveen sus intervenciones. En este aspecto, Macarena cumple. Pero para que esta Montse fuese tan memorable como una Annie Wilkes o como aquella madre loca de Carrie, el físico de la actriz, su tono de voz, su facha, en definitiva, debería haberse modificado. Porque la fragilidad natural de Macarena, su delgadez y delicadeza, no hacen creíbles ciertas situaciones que se dan en la película.

No sé si responde a un error de casting, de dirección, o ambas. Supongo que nadie cayó en la cuenta, supongo que la propia Macarena hizo lo que le decían, pero echo en falta una transformación física en Montse. Un detalle que era además definitivo para que la película funcionase, ya que todo gira en torno a ella. Todo lo demás, son menudencias. Se hubiesen perdonado sus incongruencias narrativas (es bastante bizarro creerse que en una de estas que te subes a ver al vecino Montse ya te ha fabricado unos trajes que ni Balenciaga), su poco rigor histórico y social a la hora de recrear un retablo de posguerra (ninguna mujer de la época se hubiese presentado en paños menores a un desconocido), su intención de meter al personal en una montaña rusa de géneros opuestos hasta el punto de que uno no sabe si reír, llorar, o taparse los ojos de miedo, o su incesante gusto por el exceso y el histrionismo teatral, a pesar de que a este servidor le encante toda esa parafernalia del artisteo.

Pulir las esquinas de este diamante es quizá lo único (y lo bastante) que se le puede pedir a este par de directores que en su entusiasmo por que su obra brille más que ninguna se han dejado ciertos detalles que convierten a un psycho thriller en algo memorable. Andrés y Roel han usado más la sangre de mentirijillas, el caucho y el látex, en detrimento de efectos y trucos técnicos tan simples como el uso de la luz tétrica en los interiores, o un filtro de cámara algo más manchado y borroso. Flaco favor le hace la nitidez digital a un producto como éste donde todo se ve tan claro que no espanta (recordemos "Los otros", por ejemplo). Y escribiendo esta crítica me doy cuenta de que no puedo dejar de hablar de Musarañas sin encontrarle referentes mejores y más logrados. Lo cual, desde luego, justifica totalmente mi relativa indiferencia y mi tibio disfrute respecto a ella.
ESPILBERDO
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