Estupendo debut en la realización —y en el guion— por parte de Macon Blair, actor que ya había llamado la atención con el insólito protagonista compuesto en la igualmente reseñable —e inclasificable—, “Blue Ruin” (ídem, 2013). Efectivamente, “Ya no me siento a gusto en este mundo” sólo tiene de malo el título, y porque, en un plano estrictamente personal, no me gustan los encabezados verbosos.
Agraciada con un sentido del humor tan peculiar como la fisonomía de su director —que también hace un cameo, breve pero impagable—, destila sosa cáustica por todas y cada una de sus secuencias, detalle en absoluto baladí habida cuenta de su etiqueta de “Netflix Originals”. En la línea de la mencionada “Blue Ruin” y aquella estética suya que cabría tildar de “redneck indie” —texturas amateurs en ambientes deprimidos blancos—, un “crescendo” de explosiones de violencia hace mutar la inicial trama melodramática de treintañeros a la deriva en “thriller” con caza del hombre —en rigor, de la mujer— que pocos hubiéramos visto venir, y rodado con suma pericia, eso además.
Sin duda, el valor añadido de la película lo aporta la pareja protagonista, unos Melanie Lynskey y Elijah Wood que hacen gala de una química extraña pero sumamente eficaz. La primera entrega un trabajo de una naturalidad pasmosa, definitivamente digna de estudio en cualquier escuela de interpretación que se precie. Por contraste, el desopilante papel encarnado por el segundo roza la caricatura; no obstante, el talento —escasamente reconocido— de Wood le permite insuflar a su personaje una humanidad doliente y entrañable merced a la cual eludir dicho riesgo.
En resumidas cuentas, “Ya no me siento a gusto en este mundo” invita a esperar cosas interesantes de un cineasta sumamente prometedor en un subgénero al que gente como él y Jeremy Saulnier, entre otros, están dando un muy sugestivo lavado de cara.