Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror Cinco hombres se sientan en el compartimento de un tren hacia un destino desconocido. Poco después, llega un hombre misterioso, de aspecto siniestro, que se presenta como el Doctor Schreck. Saca un juego de tarot y asegura a los viajantes que les puede predecir el futuro. Los cinco hombres no acaban de creérselo, pero Schreck consigue convencerles uno tras uno. Sus destinos se verán desvelados a través de historias distintas, que tienen ... [+]
14 de junio de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me digan que las premisas no son deliciosas: Peter Cushing echándole las cartas a Christopher Lee en el carcomido compartimento de un tren nocturno. Lástima que su desarrollo no raye a la misma, prometedora altura.
En efecto, el formato episódico característico de la productora Amicus conlleva un dinamismo sumamente positivo, al tiempo que un riesgo serio de irregularidad. Aquí asistimos a un loco popurrí de licantropía, vampirismo, “sexploitation”, hiedras asesinas y vudú haitiano que por muy poco no descarrila estrepitosamente. Se salva por el desenfado generalizado, empezando por el del propio Lee, estupendo en la piel de ese implacable —en cuantos sentidos se quieran— crítico de arte. Su “sketch” es, de hecho, el mejor de la pequeña antología que integra esta “Doctor Terror”, seguido por el que protagoniza un joven Donald Sutherland que daba los primeros pasos de su prolífica, casi estajanovista trayectoria. Mención aparte merece un desenlace que parece beber a tragos generosos del de “El séptimo sello” (“Det sjunde inseglet”, 1957), así como anticipar los conspicuos giros argumentales de “El sexto sentido” (“The Sixth Sense”, 1999) y “Los otros” (“The Others”, 2001).
“Doctor Terror”, como todos los títulos de Amicus, y los de su rival —pese a compartir un buen número de estrellas—, la célebre Hammer, dimana el encanto artesanal de un cine extinto. Hasta tal punto esto es así que los efectos —tildarlos de especiales se antoja una hipérbole voluntariosa en exceso— no es ya que bordeen la cutrez, sino que se adentran en ella sin el menor complejo: qué murciélagos, qué manos amputadas, qué enredaderas psicópatas, qué sangre hecha con témperas Manley... En fin, una gozada kitsch, realzada encima por la contrastadísima fotografía en Technicolor, igualmente una reliquia rayana en lo prehistórico.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow