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Drama. Aventuras
En los albores del siglo XVI, el joven Giovanni de Médici era capitán del ejército papal en la campaña contra los lansquenetes del emperador Carlos V de Alemania. En vida, ya era un mito, pues se lo disputaban los príncipes por su gran experiencia en el oficio de la guerra. Amaba la vida. La diosa Fortuna y las mujeres le sonreían. Ni un pensamiento sobre la muerte cruzaba su mente. Su ruina fue la aparición de las armas de fuego: una ... [+]
5 de enero de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extrañísima coproducción franco-germano-ítalo-búlgara (perdóneseme la cacofonía), definitivamente no apta para todos los paladares.
"El oficio de las armas" recrea los últimos días de Juan de Médicis, famoso "condottiero" al frente de la caballería pontificia durante las Guerras italianas. Pero relata sobretodo la decadencia y extinción de, no sólo una forma de guerrear, la del caballero medieval, sino la cosmovisión de que se acompañaban, o de la que derivaran, dichos usos militares.
Evidenciando su vocación pictórica- "pictoricista" si se quiere- "El oficio de las armas" se hace de una sucesión- cierto que un tanto desestructurada- de estampas cuya composición y encuadre recuerdan poderosamente a Uccello y Rafael. Dichas imágenes, chocantes en su belleza bizarra, desgranan con minuciosidad morosa tanto la vida cotidiana del soldado como la sordidez de la guerra. La cuota de heroísmo contenida en ambas es descarnadamente menor que lo que acostumbra a narrarse.
Interesante fresco histórico, retrata una época, la renacentista, sumamente contradictoria, en la que inusitados hitos culturales y una insoportable brutalidad cotidiana conviven en paradójica armonía.
Estamos ante una película retórica y teatralizante. Pese a su carácter a priori bélico, escasea la acción. Abundan, por contra, largos silencios, parlamentos a cámara- recurso tan desafiante como peligroso, aquí por suerte manejado con prudencia-, y escenas a medio camino entre lo onírico y lo evocativo.
"El oficio de las armas" es, en fin, una cinta tan recomendable como inclasificable, probablemente única en su género, que, más que verse, se mastica.
"El oficio de las armas" recrea los últimos días de Juan de Médicis, famoso "condottiero" al frente de la caballería pontificia durante las Guerras italianas. Pero relata sobretodo la decadencia y extinción de, no sólo una forma de guerrear, la del caballero medieval, sino la cosmovisión de que se acompañaban, o de la que derivaran, dichos usos militares.
Evidenciando su vocación pictórica- "pictoricista" si se quiere- "El oficio de las armas" se hace de una sucesión- cierto que un tanto desestructurada- de estampas cuya composición y encuadre recuerdan poderosamente a Uccello y Rafael. Dichas imágenes, chocantes en su belleza bizarra, desgranan con minuciosidad morosa tanto la vida cotidiana del soldado como la sordidez de la guerra. La cuota de heroísmo contenida en ambas es descarnadamente menor que lo que acostumbra a narrarse.
Interesante fresco histórico, retrata una época, la renacentista, sumamente contradictoria, en la que inusitados hitos culturales y una insoportable brutalidad cotidiana conviven en paradójica armonía.
Estamos ante una película retórica y teatralizante. Pese a su carácter a priori bélico, escasea la acción. Abundan, por contra, largos silencios, parlamentos a cámara- recurso tan desafiante como peligroso, aquí por suerte manejado con prudencia-, y escenas a medio camino entre lo onírico y lo evocativo.
"El oficio de las armas" es, en fin, una cinta tan recomendable como inclasificable, probablemente única en su género, que, más que verse, se mastica.
