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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Terror. Thriller Libre adaptación del popular cuento "Hansel y Gretel". Inglaterra, años 20. Para los niños del orfanato, Tía Roo es una amable viuda americana que cada año celebra una gran fiesta de Navidad en su mansión de Forrest Grange, a la que invita a un grupo seleccionado de huérfanos. Una Navidad se fija en una niña que le recuerda a su hija fallecida... (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2023
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Estupenda y muy poco conocida película, corrosiva patada en el hígado al buenismo imperante en las fechas que nos ocupan.
Efectivamente, «¿Quién mató a tía Roo?» actualiza el celebérrimo cuento de «Hansel y Gretel» enriqueciéndolo con matices dickensianos y de terror psicológico para tenernos con el corazón en un puño durante su hora y media de metraje y dejarnos con el culo torcido para lo que queda de fiestas merced a un desenlace de una crueldad incendiaria, con perdón del juego de palabras.
Si buena parte de las producciones de los setenta no han envejecido con la dignidad deseable, todo lo contrario sucede con la cinta dirigida por el artesano del subgénero Curtis Harrington, cuyos atrezo y decorados respiran verdad por cada grieta de sus acartonadas superficies. Se huele la naftalina, se tose el polvo y los ácaros, las mantas pican y la mirada muerta de las muñecas de porcelana le quitará el sueño al espectador más encallecido.
Título, escenografía —ese caserón a medio camino entre lo eduardiano y una mona de Pascua— y personajes —viuda desamparada, mayordomo túrbido, criada en el ajo, inspector incompetente y vendedor de humo espiritista— invitaban a esperar un cómodo «whodunnit» que, no obstante y casi desde la primera, escalofriante escena, sospechamos no va a ser tal.
A la calidad general del film, superior a la de muchas otras de similar jaez, y no sólo en la carrera de su realizador, contribuye sobremanera la presencia de una actriz del calibre de Shelley Winters. El de madre trastornada —por el alcohol, por la pérdida, por la razón que se les ocurra— es un rol que le sienta como un traje a medida desde su participación en «Lolita» (ídem, 1962). Duele verla aquí lidiar con un duelo infinito, con unos desalmados que se aprovechan de su dolor y con el comportamiento, disruptivo hasta lo homicida, de un par de niños a los que no les vendría mal un didáctico guantazo.
Carorpar
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