Este documental viene a confirmar mis sospechas sobre esa obra maestra de Werner Herzog llamada "Grizzly man": los mejores documentales surgen de personalidades fascinantes. Y "The devil and Daniel Johnston" es un excelente testimonio de una personalidad tan retorcida como brillante, tan demencial como talentosa, un esquizofrénico que quería ser famoso aunque compusiera de puta pena y desafine como pocos y que ha logrado acuñar un registro musical de sorprendente profundidad... siempre que se tome la medicación. También nos retrotrae al terreno del estupendo "Capturing the Friedmans" por la inagotable fuente de inquietantes e imaginativas películas caseras (el desayuno con mamá da muchísimo miedo) y casettes donde Johnston recogía sus delirios. Aunque lo mejor de esta película casi perfecta es que Jeff Feuerzeig iguala con su dirección la locura de Johnston, con un espídico montaje y un ritmo magistral. El problema de rozar la perfección es que los escasos traspiés se ven maxificados, y "The devil and Daniel Johnston" tiene dos pegas considerables: el alargado plano de papá Johnston llorando -puro amarillismo- y la sensación de que el documental acaba un buen rato antes de su verdadero fin, siendo los últimos veinte minutos un poco desconcertantes... Minucias frente al torrente de talento que supone este interesantísimo documental.