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España España · Los Llanos de Aridane
Voto de Nairdan:
6
Drama Una mujer china, que vive en un geriátrico en Londres, acaba de perder a su hijo en un accidente. Un chico, que era la pareja del joven, intentará acercarse a la madre para no abandonarla durante su duelo. Pero hay varias barreras en su relación, sobre todo culturales. No hablan el mismo idioma, y además la madre no sabía que su hijo era homosexual. Frente a este panorama, el joven se esfuerza en generar un acercamiento con la persona ... [+]
25 de febrero de 2021
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Lilting no es una gran película, hay que decirlo de entrada. Su engranaje, aunque peculiar como argumento, es previsible en el desarrollo, y no es difícil imaginar cómo van a evolucionar las diferentes subtramas, cuándo tendrán lugar los momentos climáticos y dónde vamos a dejar a los personajes cuando lleguen los créditos finales. Aunque deja la más reconfortante de las sensaciones, su recuerdo no durará mucho en la memoria del espectador. Y si lo hace probablemente sea por motivos extracinematográficos, y es que es bien sabido que las películas que tratan de normalizar situaciones donde la homosexualidad es un tema central vienen ya envueltas por un bombo que a veces dificulta acercarse al filme con una mirada limpia, y ser capaz de valorarlo por lo que ofrece, y no por lo que supone. Cualquier avance para la comunidad LGTB es bienvenido, pero aquí no estamos ante un producto especialmente perdurable.

Dicho esto, importante pero no crucial para disfrutar de Lilting, la acción arranca con una reveladora charla entre una madre y su hijo, quizá la última conversación que tuvieron (o la que ella desearía que hubieran tenido) antes de la muerte del joven en un accidente. Este manido punto de partida se torna interesante cuando sepamos que el hijo tenía un novio –y con ello una vida– del que su madre no sabía nada, y éste se autoimpone la responsabilidad de cuidar de su frustrada suegra, que vive en una residencia por no tener más familia en Londres. Para más inri, la madre es camboyana y el joven británico, y ninguno habla el idioma del otro.

Lo que el debutante Hong Khaou se plantea por lo tanto es bastante grande, ya que toca temas como incomunicación, barreras culturales, diferencias generacionales, duelo y memoria. La película de hecho se estructura como una fluida sucesión de recuerdos sobre el fallecido Kai y el doloroso presente, donde Junn y Richard sufren en soledad la ausencia, y Richard trata de acercarse a la madre del hombre que amaba, batallando consigo mismo entre ser honesto con ella u honrar los deseos de su difunta pareja, que se lo iba a contar cuando estuviera listo.

El problema es que Khaou usa todos esos grandes temas pero no profundiza lo suficiente en muchos de ellos, asustado quizá de ser excesivamente dramático. Y es que si algo se puede decir a favor de Lilting es que no carga las tintas en ningún momento, y que hasta los instantes que bordean lo llorón devienen en una suerte de momento catártico lleno de honestidad. Las extraordinarias interpretaciones –en especial las de Cheng Pei Pei, Ben Whishaw y Andrew Leung– y la sensibilidad con la que todo está contando (las escenas entre Richard y Kai son un prodigio de intimidad, con el momento del pie en el pecho como hermoso súmmum) ayudan a que la cinta sea en última instancia un controlado drama de emociones que trabaja desde la pureza del sentimiento.

Cada arrebato de lágrimas de Richard o cada momento de dolor interiorizado de Junn se sienten reales, y lo hacen no solo por el compromiso de los intérpretes sino por el mundo visual creado por el director y la cinematógrafa Ula Pontikos (responsable también de la imagen de una obra cumbre del cine de temática LGTB, la extraordinaria Weekend (2011) de Andrew Haigh), que juega con la memoria y las posibilidades de los espacios físicos para crear un sentido paseo por los recuerdos que deja una ausencia, que son en definitiva lo último que nos queda.

Como contrapunto, y casi hasta choca por lo refrescantemente inesperado de ello, Lilting tiene un sentido del humor de lo más socarrón, que entra en juego cuando Junn sea cortejada por Alan, un compañero de la residencia al que se le intuye pasado ligón y Richard contrate a la traductora Vann en sus esfuerzos para que la anciana tenga una vida lo más cómoda posible. La manera en que estas traman se cruzan proporciona momentos de lo más divertidos, y también va sembrando el camino hasta un clímax que no por esperado resulta menos efectivo. Lástima que el cineasta revele con estas decisiones que solo quería hacer un previsible y agridulce drama de sentimientos, donde solo la noción del duelo y lo que hace con la memoria es explorada a conciencia, mientras que el resto de asuntos se resuelven con clichés (esa canción como leitmotiv emocional) y hacen que la experiencia de casi 90 minutos sea entonces tan bonita como autocombustible.
Nairdan
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