Me encanta y me fascina algo de "Tetro": el riesgo que conlleva. Francis Ford Coppola ya no tiene que rendirle cuentas a nadie, y eso se nota en cada fotograma de "Tetro", en su realización, en su casting, etc. Su historia, rodada en un maravilloso blanco y negro, transcurre con total confianza, que no fluidez, y avanza a trompicones de dudosa credibilidad una vez el Festival de Relatos Cortos celebrado en la Patagonia hace aparición en la trama. "Tetro" es ambiciosa, errónea, emocionalmente honesta, farragosa y bella. Coppola está tan henchido de libertad trabajando esta historia tan personal que quizá no le haya permitido la distancia que requería para haber cortado algunas cosas. La peor parte se la lleva Carmen Maura, ya que (ver spoiler) y los que más airosos salen del tour de force son Maribel Verdú y los destellos genialoides-kamikazes de Coppola (las irrupciones de color, el recurrente destello del insecto en un cristal iluminado). Lo demás, sincera y equivocada épica.