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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
9
Comedia. Drama Medio-oeste americano, 1967. Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) es un profesor de física que ve cómo de la noche a la mañana su vida se derrumba. Es un hombre bueno, un marido fiel y afectuoso, un buen padre y un profesor serio, pero, de repente, todo en su vida empieza a ir mal. Su mujer lo abandona sin explicaciones, y el amante de ella lo convence para que deje su casa y se mude a un motel por el bien de los niños. Además, su carrera ... [+]
7 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca hasta " A serious man" los Coen se nos habían mostrado tan explícitos ni tan brutalmente sinceros (quizá nunca hayan vuelto a ser tan brutalmente sinceros desde entonces). El film lleva el sello inconfundible de su cine, y en él es posible también encontrar conexiones con otras películas de su filmografia, pero la propuesta es tan singular que en el fondo no encuentra parangón con ninguna de ellas. Estamos sin duda ante el trabajo más personal de la pareja de Minnesota, y en consecuencia - creo que ellos lo recibirían como un piropo- también ante el más inclasificable, bañado en ese humor tan típica y herméticamente judío que a veces resulta difícil de asimilar, y que se basa primordialmente en el absurdo de las situaciones que se suceden en pantalla. Para construir esta joya de guión, los Coen han llegado a confesar en alguna ocasión que tiraron de algunas de sus anécdotas de la infancia y recurrieron a leyendas que oyeron de sus mayores durante su niñez, entre ellas probablemente la que sirve para arrancar el film a modo de prólogo antes de los créditos.

Del silencio de Dios hemos oído hablar mucho en las películas de ese otro ilustre judío que responde al nombre de Woody Allen. Tuvieron que pasar veinticinco años de carrera y catorce películas para que los Coen se lanzasen por fin a la piscina y se atreviesen a abordar el tema. No lo hacen evidentemente desde la perspectiva alleniana sino como sólo ellos saben, moviéndose entre la ironía y el escepticismo, los dos ingredientes básicos de una comedia negra, el género que mejor se le da. Ya sea revestida de western, de thriller, o de noir, el esqueleto de una película Coen es siempre una comedia negra.

Larry Gopnik es también un antihéroe atípico en la tradición coeniana (por cierto, magistral Michael Sthulbarg). Básicamente, dedica su existencia a seguir el rastro de sus mayores intentando ser un hombre serio - a saber qué rayos será eso- y a enseñar matemáticas a sus alumnos usando métodos y ejemplos que parecen más bien sacados de un tratado de filosofía. No cree en que las matemáticas sean el arte de lo imposible como dicen, y más que por el azar, su vida parece estar regida por la implacable ley de Murphy. Si después de todo algo puede salir mal, inevitablemente saldrá; a Larry su mujer le va con otro y le pide no sólo el divorcio sino que se vaya a vivir a un motel, su hijo prepara su bar mitvzah sin mucho convencimiento y se rodea de nefastas compañías, uno de sus alumnos intenta sobornarle para que le apruebe en los exámenes, a su hermano lo acusan de sodomía... Y así todo. Ante semejante panorama, Larry decide actuar e ir de rabino en rabino (otros irían de psiquiatra en psiquiatra) con el fin de dar respuesta a sus preguntas y carpetazo a sus desvelos.

¿Y si resulta que después de todo no hay respuestas? ¿Si al final basta con resignarse y conformarse con encontrar a alguien a quién amar como cantan los Jefferson Air Plane? Pues eso.
Juan Solo
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