Entre lo onírico y lo trepidante, entre lo descabellado y lo sublime, los sentimientos y las emociones encuentran acomodo en una trama sinuosa, a veces invertebrada pero siempre original y sorprendente.
El argumento parece que se desmorona porque sus hilvanes apenas lo ensamblan, la historia penetra en el laberinto de lo insondable y su desarrollo recala en lo ebrio por mareante.

Pero la película se mantiene en pie como un castillo de naipes porque la fuerza del equilibrio inestable posee rango de calado intemporal y valor premonitorio.