El principal interés de esta serie, parcialmente decepcionante por las expectativas generadas por su buena producción, que fue también mi principal motivación para verla en un panorama con bastantes más series mejor calificadas, es el protagonismo de una actriz como Kate Winslet, que, ésta sí, no defrauda. Porque el relato, muy bien ambientado, depende en exceso de los sucesos: cuando no hay o no con continuidad, la historia decae notablemente, desde el momento en que el director no consigue pasar el posible interés a la atmósfera ni a los personajes. Así, la serie empieza bien, sin alharacas pero con un clasicismo agradecido, a remolque de las desgracias iniciales del personaje principal. Pero en cuanto éste prospera económicamente, la historia se estanca en varios aspectos, lo que sorprendentemente se acentúa conforme nos acercamos a su desenlace, notoriamente en su último capítulo.