Lo peor de lo peor. Una espantosa ridiculez que mezcla lo peor del cine franchute reflexivo con lo peor de las nuevas corrientes psicológico espirituales del fantástico.
Eterna, coñazo y sin sentido se hace infumable, a lo que no ayudan mucho unas interpretaciones horrendas, en especial de la Gainsbourg, ese ser andrógino repelente tán en boga actualmente, en un rollo un poco Antichrist light que no gustará ni al más gafapasta de los gafapastas.
Lo único medianamente destacable es la Rampling, en un papel odioso que acaba siendo al que menos se odia tras semejante dislate.
Al cajón de los bodrios infumables del cine francés... Con lo que me gusta cuando es bueno de verdad...