Es evidente que Bohemian Rhapsody sentó las bases de una nueva forma de hacer biografías sobre exitosos artistas, aportando una mirada más enfocada a la ficción que a mostrar fragmentos reales de la vida del protagonista. I wanna dance with somebody sigue esa estela —aunque parte del motivo es que ambas propuestas comparten guionista—. Esto puede acercar la historia de iconos de la cultura pop al público más contemporáneo.

En esta ocasión, se nos presenta la historia de Whitney Houston, ‘la voz’ de una generación. Naomi Ackie hace un trabajo espectacular retratando a la cantante y, por un momento, el espectador creerá que está viendo a la original. La coreografía en este tipo de films es un aspecto crucial, puesto que deben recrear al detalle las actuaciones que buscan representar y, en eso, el elenco no falla.

La banda sonora, aunque no es nueva, es increíble. La elección de temas de la intérprete para la cinta casan a la perfección con el tono argumental y, acompañado de la emoción del momento, pondrá los pelos de punta a aquellos que disfruten de la película en la sala.

La trama no va más allá de explorar tanto los puntos más álgidos como los más bajos de la carrera de Houston y Kasi Lemmons se asegura de que estos últimos transmitan la dureza de la situación. Cualquiera que conozca la trayectoria de la estrella sabrá de su dura lucha contra las drogas, tema que se refleja en la obra y que puede llegar a ser bastante explícito. Durante el último tramo, se condensan los momentos más complicados de su vida y, al igual que pasó con el biopic de Mercury, pueden hacer pasar un mal trago al público.

I wanna dance with somebody funciona muy bien como conjunto. Todo lo que tiene que hacer bien, lo hace. Ahora bien, no deja de ser una biografía y tampoco hay pretensiones de ser algo más. Las canciones, al igual que la actuación de Ackie despuntan y hacen del largometraje un espectáculo muy disfrutable tanto para los fanáticos de Whitney Houston como para los amantes de la música en general.

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