No tengo ni idea de por qué empecé a ver “Un lugar tranquilo”, no sé quién me la recomendó, o dónde oí hablar de ella, pero la puse sin saber de qué iba, ni el género, ni de qué país era…y menos mal, porque si llego a saber que era de terror (género que detesto), no la hubiera visto y me hubiera perdido una de las mayores sorpresas que me he llevado en mucho tiempo.

Es increíble cómo juega la película con el sonido y sobre todo (evidentemente), con los silencios, lo bien que maneja y dosifica la tensión sin enseñarte el bicho hasta casi el final y lo estupendamente que está interpretada (por favor, un Óscar ya para Emily Blunt, ¿a qué están esperando?). Si a eso le añadimos una historia bien desarrollada, bien rodada, bien iluminada y no demasiado predecible, y una música que parece que se pasa de melódica al principio de la cinta pero que va evolucionando para terminar de ponernos de los nervios, el resultado es una estupenda película que me llega de la manera más inesperada y desde el género que menos frecuento.

En la parte negativa hay que señalar que te quedas con la sensación de que se podía haber hecho más y que te tienes que tragar varios agujeros de guión (vale que la historia lo necesitaba, pero cuesta creer que haya electricidad en un futuro postapocalíptico, que esta gente tenga acceso a cientos de bombillas o ese despliegue de cámaras de seguridad, están demasiado bien organizados), pero toleras esos errores con mucho gusto para poder disfrutar del resto.

Es inevitable (y muy injusto), compararla con “The walking dead” (aunque a mí me recuerda mucho más a “Señales” de Shyamalan), pero aquella serie a mí se me hacía interminaaaaaaaaaable y en cambio “Un lugar tranquilo” se me ha hecho corta, una hora y media justita cuando se podía haber desarrollado el guion hasta las dos horas o más.

Escenas como la del almacén de maíz o la del parto son de las que se te quedan en la retina por mucho tiempo. No veo cine de terror porque no me gusta pasarlo mal con el cine, y con esta película he sufrido MUCHO, pero me alegro de haberla visto “sin querer”.