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España España · Where no man has gone before
Voto de Rashomon:
10
Romance. Drama Ben Sanderson (Nicolas Cage), un guionista alcohólico, acaba de perder su trabajo en Hollywood debido a que sus problemas con la bebida afectan a su rendimiento. Sin amigos y sin familia, decide ir a Las Vegas con el propósito de beber hasta morir. Nada más llegar a la ciudad, conoce a Sera (Elisabeth Shue), una atractiva prostituta que trabaja en la calle de la que se queda prendado. (FILMAFFINITY)
9 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1995 yo tenía trece años, y no vi esta película. Pero algo después (verano del 98), con 16 años entró en mi vida para quedarse. Yo empecé a salir con chicos mayores que yo, pero que compartían mis gustos mejor que mis amigos de toda la vida. Lo mío era la literatura, y con ellos formaba un corrillo de pequeños poetas. Nos juntábamos, leíamos nuestras cosas, hablábamos mucho, bebíamos cerveza (yo no fumaba) y, sobre todo, leíamos a múltiples poetas. Para que se vea bien la diferencia que había entre ellos y yo baste lo siguiente: yo era un enamorado de la poesía de Becquer, mientras que ellos adoraban a Bukowski. La diferencia de edad se notaba ahí, pero nos unía la fascinación por Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y otros poetas, pero en lo alto del podio estaba, sin lugar a dudas, Baudelaire. <Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo, que os destroza los hombros doblegándoos hacia el suelo, debéis embriagaros sin cesar. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.> Y eso hacíamos.
No sé cuántas veces pudimos ver, durante aquél verano, tanto Leaving Las Vegas como la película sobre The Doors (la figura de Jim Morrison también fue decisiva) que dirigió Oliver Stone. Y bebimos, bebimos muchísimo. La idea de Ben de suicidarse a base de alcohol nos parecía hermosa.

El tiempo pasó, el grupo se disolvió. Yo mantuve contacto con uno de ellos, con quien a día de hoy me llamo "hermano". De aquellos tiempos quedaron en mí el gusto y la afición por la literatura (siempre lo tuve)... y el alcohol. Durante la década de mis veinte años continué bebiendo, era parte de mi personalidad, de mi forma de ser. Cuando cumplí los treinta tuve un chispazo de lucidez y pensé: "ahora no, pero si sigo con este ritmo...". A los treinta y tres tuve mi primer hijo, y para entonces la idea había madurado y lo empecé a ver claro: "si sigo con esto dentro de diez o quince años me puedo encontrar con un problema más grande del que imagino."

Siempre he tenido presente esta película, en alguna espiral de mi cerebro hay un grupo de neuronas que se encargan de que siga viva. Volví a ver esta peli y me fijé en un detalle: la historia de Ben se cuenta en un instante, que es cuando quema sus cosas, incluida una foto de su mujer y su hijo. Me vi justo en ese momento: este tipo tenía una familia, con su hijo pequeño y su mujer. Tenía un buen trabajo como guionista, un trabajo creativo como el que me gustaría tener a mí (porque, modestia aparte, creo que valgo para ello aunque sea a nivel medio)... y todo se le ha ido al carajo con el alcohol. Mi historia podía ser la historia de Ben.
Al poco decidí considerarme alcohólico, aunque ya venía rumiando la idea: solo necesitaba valentía para asumirlo. Tengo un par de familiares que lo son, y comprendí que negar la realidad es lo que les llevó a un punto en el que beber se había vuelto algo grotesco. No tenía (ni tengo) temblores ni nada de eso, ni dejé de comer y esas cosas. Simplemente vi que el problema ya estaba aquí y que a futuro podría ser incontrolable. A día de hoy no paso un día sin beber cerveza, que parece tonto pero es importante. Intento no beber más de un litro, pero casi siempre me paso aunque sea por una lata de cerveza nada más. La cerveza no es beber, decimos mi hermano y yo. Pero cuando nació mi hijo aún tenía siempre una botella de whisky en casa, y bebía whisky a diario. No una botella entera ni nada de eso, pero sí uno, dos o tres, según. Tampoco tenía muy mal beber, pero eliminé esa costumbre y me quedé con la cerveza. Bebo whisky, desde luego, pero no a diario. Ni siquiera todos los fines de semana ni nada de eso. Pero cada cierto tiempo el cuerpo me lo pide. Me cojo una medio tajaílla perfectamente tolerable y a seguir, hasta el mes que viene más o menos. Creo haber encontrado un equilibrio, pero no se puede bajar la guardia con esto.

Cuando me definí como alcohólico algunos de los que me conocen lo entendieron y otros no vieron que eso fuera así, que estaba sobreactuando o queriendo llamar la atención, pero ese es el error: el pensar que uno es alcohólico cuando está como Ben, no antes.
Rashomon
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