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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Drama El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) se esfuerza por conseguir un mundo mejor. Le preocupa ver la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arranque es demoledor: un primer plano de un humilde cura de pueblo, en la oscuridad del confesionario, mientras se oye la voz de un desconocido penitente que le relata una historia atroz de abuso y le anuncia que le matará al domingo siguiente.

A partir de ahí la historia evoluciona de una forma curiosa, entre la comedia negra y el fatalismo de la tragedia griega. En medio de los bucólicos paisajes de la Irlanda rural existe una comunidad formada por personajes extravagantes, unos verdaderos frikis, que viven la religión a su manera. El espectador puede percibir que el Padre James recibe la amenaza con cierto escepticismo. No obstante, esa semana de calvario le servirá para reflexionar sobre su vida y sobre la sociedad en la que le ha tocado vivir. Con ello, esa sórdida amenaza termina encajando de forma macabra en el rompecabezas de su propio periplo vital. El modesto relato del cura irlandés se va haciendo cada vez más grande, cada vez más complejo. Las miradas de un soberbio Brendan Gleeson bastan para que la historia vaya ganando en profundidad, hasta adquirir tintes kafkianos. Poco a poco percibimos que en realidad es toda la comunidad la que amenaza al Padre James, que la anécdota de un feligrés pirado es la plasmación de un destino insoslayable, y que ese desenlace aparentemente absurdo ha de servir también como expiación personal. Y a medida que avanza el metraje, la sonrisa se nos va congelando. “Calvary” se sirve de la ironía y el humor para ofrecer un ensayo sobre la culpa, el sacrificio, y la capacidad de perdonar. En suma, una historia de fatalidad y redención.

Y, del mismo modo que el arranque es sobrecogedor, el plano final le sirve de contrapunto perfecto. Una pequeña gran película.
rober
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