Intrascendente pero digna versión/revisión/secuela/precuela (uno se pierde) de una historia conocida y predecible hasta la saciedad. Flanagan consigue hacer atractivo un film que parecía condenado al cajón de los refritos. “Ouija: el origen del mal” consigue que nos sumerjamos en la psicología de los personajes, de modo que la trama no sólo se antoja verosímil, sino que en muchos momentos hasta resulta inquietante. Además, la película cuenta con buenas interpretaciones, un rotundo sentido del humor y una manera de relatar la historia que busca más intranquilizar al espectador que hacerle saltar de la butaca. Globalmente, consigue su objetivo. En definitiva, el film desprende una frescura poco usual en este tipo de productos. “Oculus” me sorprendió muy gratamente, y esta nueva propuesta de Flanagan, sin ser una obra maestra memorable, tiene un gran mérito por las premisas de las que partía. A ver la siguiente…