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España España · Barcelona
Voto de rober:
8
Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una obra sobre la camaradería y las relaciones humanas que retrata el día a día de unos prisioneros franceses en un campo de concentración alemán durante la Gran Guerra. Nada más llegar al campo, dos oficiales de la aviación francesa se enteran de que sus compañeros de barracón están excavando un túnel para escapar de allí. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguro que había que ser muy audaz para hacer una película así en la Francia de 1937. Las heridas de la Primera Guerra Mundial aún sangraban, y los rencores entre las potencias europeas se mantenían intactos desde el Tratado de Versalles. Hitler y Mussolini campaban a sus anchas por Europa (bombardeos indiscriminados sobre población civil española incluidos), Stalin era un león entretenido en sus purgas que podía abalanzarse sobre cualquier presa en cualquier momento, y Francia y Gran Bretaña estaban más preocupadas en no soliviantar más a las bestias que en otra cosa... En éstas, Renoir hizo una película llamada "La gran ilusión" que bien podía haberse titulado "La gran utopía". Un canto antibelicista que es una apuesta decidida por el ser humano, una llamada a la concordia y a la civilidad entre naciones. Claro que la utopía sería que no hubiese guerras... La película se plantea como un drama carcelario al uso, con un plan de fuga y una historia final de amor imposible, pero toda esa trama queda tamizada por el trato exquisito que los soldados alemanes dan a los prisioneros franceses, y por el comportamiento respetuoso de éstos hacia sus captores. Seguro que Renoir ya sabía que en la tragedia que se cernía por Europa no sería ése el clima que se respiraría en los campos de concentración alemanes (ejem), pero aún así es ése el escenario que describe. La guerra se plantea como un conflicto quizá inevitable, pero no por eso ha de perderse la caballerosidad y el respeto por el contrario. Un mensaje ético y humanista que lo marca todo. Lo más destacado, sin duda, son los diálogos protagonizados por el general alemán encarnado por Erich von Stroheim, verdadero eje de la película.

Con ello, Jean Renoir hace un clásico imperecedero, tan actual a día de hoy como en el momento en que se filmó. Me impide ponerle más nota el toque naif e ingenuo de la propuesta, tan evidente que hace que lo que se cuenta parezca a veces inverosímil. Renoir es tan humano que no siempre parece creíble. Uno tiene ganas de levantarse en mitad de la sala para gritar que desgraciadamente los hechos no ocurrieron así cuando finalmente la guerra se desencadenó en Europa en 1939, que actualmente las guerras tampoco se están haciendo de esa manera, que el mensaje no ha cuajado, ni en los mandatarios ni en los ciudadanos de a pie, que el planeta sigue desangrándose y destrozándose en cientos de conflictos bélicos... Una lástima, Jean Renoir. Pero gracias siempre por intentarlo, y por dejarnos esta obra cuasi perfecta, de revisión obligada. Porque nunca debemos renunciar a poner las cosas en su sitio.
rober
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