Una es francotiradora, la otra es una joven experta en explosivos, la otra una prostituta a quien no le tiembla el pulso a la hora de matar, la otra es una antigua condesa italiana, y la otra es una atractiva ex-corista que hace tiempo llegó a ser la prometida del coronel Heindrich. No, no se trata de los orígenes del Escuadrón Asesino Víbora Letal que vimos en los dos volúmenes de ‘Kill Bill’. Tampoco tiene nada que ver con la inminente y esperadísima ‘Malditos Bastardos’. De lo que se trata aquí queda en teoría muy lejos de cualquier propósito tarantiniano. De lo que se trata aquí es de (aparte de mostrar los horrores de la guerra) homenajear a la compañía femenina que llegó a tener en sus manos el destino del crucial Día D.

Se intenta pues obedecer a los objetivos más clásicos del cine bélico… algo así como seguir el manual. Y éste es precisamente lo bueno y lo malo de ‘Espías en la sombra’. Por una parte el filme cumple con los requisitos formales que cabe esperar en cualquier producto similar, de modo que no hay por qué sufrir: hay disparos, hay muertos, hay torturas, hay aliados que son buenísimos y nazis que son la encarnación del mismísimo diablo... y sí, los incautos que hacen planes para cuando termine la misión, son los que no vuelven a casa. Lugares comunes que en absoluto molestan y que sin llegar a ser gran cosa, funcionan como entretenimiento (e incluso como pretendido canto patriótico) a un nivel aceptable.

El problema es que con tanto seguir las instrucciones al pie de la letra, a Jean-Paul Salomé parece olvidársele que se está quedando sin tiempo -y seguramente también sin presupuesto-, y cuando quiere darse cuenta, se ve obligado a resolver el embrollo con un parche de emergencia. En este aspecto son inevitables las comparaciones con la relativamente fallida ‘Valkiria’ de Brian Singer (o de Tom Cruise, quién sabe…). En este aspecto el complot para asesinar a Hitler cobra mucha más solidez que la ocultación del Día D, al saber el primero mantener mejor el tempo de su narración. Y es que con ‘Espías en la sombra’ le queda a uno la sensación de que sacrificar media hora de metraje a cambio de un final mejor hilado, hubiera sido un buen negocio.

No puedo terminar el comentario de la película sin recordarle a Sophie Marceau que la belleza -milagros quirúrgicos aparte- no es eterna, con lo que los recursos para atraer nuestra atención se le agotan cada día que pasa. Quizás sería interesante para su carrera profesional tomar con urgencia alguna clase de interpretación. Hasta que no lo haga, tocará consolarse con los demás miembros del reparto, y a ser posible, olvidar los defectos que pueblan el filme, para así poder disfrutar de este a la postre entretenido producto.