El primer acto está realmente bien, el duelo de Pryse y Hopkins es una maravilla, son actores que llenan la pantalla y su duelo físico es tremendo: miradas, posturas y gestos cargados de rivalidad, incluso de odio. Los diálogos son bastante obvios pero no estorban ni dañan esas primeras secuencias.

Resuelto el duelo papal con vencedores y vencidos la película comienza a decaer rápidamente. Tras unos minutos de transición donde el director se recrea con la liturgia y la pompa vaticana entramos en la segunda parte de la historia, la recreación de la vida del Papa Francisco, una especie de publirreportaje que seguramente entretenga a sus seguidores pero que carece de calidad cinematográfica.